124. LA ESTRATEGIA DE JULIETA
Me muevo inquieta en mi casa. Estoy aterrada por lo que pasó en la cueva. Me sentí tan vulnerable, y saber que Horacio ni Hor pudieron ir en mi ayuda me llena de miedos. Pienso que es mi culpa por no haberle permitido a Horacio que me marcara. Y aunque en los últimos días he tratado de que me haga el amor, siempre se escapa con alguna excusa.
—Todavía estoy asustada con todo lo que pasó, Salet —le digo a mi loba.
—Yo también, Juli. No pude avisarle a Hor. No me gustó para nada que ellos no nos sintieran —contestó mi loba enseguida.
—Ni a mí tampoco —dije nerviosamente. —¡Vamos a hacer que nos marque hoy, y nosotras a él!
—Sí, es una muy buena idea —estuvo de acuerdo mi loba—. ¡No quiero sentirme insegura otra vez!
—¿Crees que acepte, ahora que estoy embarazada, hacerlo? —pregunté indecisa.
—¡Qué importa eso! —se apresuró a decir Salet, decidida a marcar a nuestro lobo esta vez—. Mantendré a los cachorros tranquilos y seguros. Tú, vuélvelos locos para que nos marquen.
Me senté al borde