Mat gruñó en respuesta, transmitiéndome su acuerdo mediante nuestro vínculo. Sentí su energía irradiar fuerza y determinación mientras se posicionaba mentalmente para cumplir con nuestra parte del trabajo. Yo, por mi parte, traté de concentrarme en Isis, que comenzaba a perder el control de su respiración, jadeando desesperada por tan solo unos momentos de alivio.
—Amor, respira conmigo, lentamente. Aquí estoy. No estás sola —le dije, manteniendo la presión en la cadera de mi Luna con ternura. Isis se calmó un poco, encontrando un ritmo más constante en su respiración. Los pequeños movimientos erráticos de su vientre me indicaban que los cachorros estaban inquietos, pero aún no estaban listos para cruzar el umbral hacia este mundo. Intenté emitir tranquilidad en mi energía, esperando que, de alguna forma, los