Salgo del baño desnuda. Río al sentir a mi lobo gruñir al ver que sus ojos se han tornado dorados. Me acerco y le doy un leve beso en los labios, para luego alejarme y comenzar a vestirme delante de él.
—¡Eres mala, mi Luna, muy mala! —protesta, gruñendo sin parar mientras toma aire. —Mi lobo, cualquiera diría que hace mucho no tenemos sexo. ¡Anoche me comiste de todas las formas que se te ocurrieron! —se lo recuerdo, sin poder evitar reírme al ver cómo me mira—. Así que, mi lobo, ahora no te toca. —¿Lo disfrutas, mi Luna, verme así? —pregunta, señalando lo erguido que está. —No lo voy a negar, mi lobo. Me encanta ver que te hago reaccionar así. ¡Me gusta mucho! —lo abrazo, pegándome a su cuerpo. Le doy un beso en los labios, me suelto y le exijo—: Dime, &