09. MI ODIOSO HÍBRIDO
BLAIR
Corrí sin rumbo, ni siquiera conocía estas tierras.
Metida dentro de una arboleda, me recosté a un pino.
Mi espalda se fue rodando, sintiendo el dolor de la corteza arañando mi piel, hasta caer sentada.
No quería llorar, pero cuando las lágrimas reprimidas comenzaban a rodar, era difícil detenerlas.
Me llevé las manos a la cara, sintiendo cómo los hombros se movían sin control; todo el cuerpo me temblaba.
Los sollozos roncos parecían los de una bestia herida.
Me destrozaba el labio inferior para que nadie me escuchara.
Siempre había llorado así, aguantando en silencio, no queriendo molestar al mundo con mi “debilidad”.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que logré recuperarme de mi recaída.
—¿Cómo permites que ese hipócrita influya tanto en ti?
Murmuré limpiándome con rabia la cara enrojecida.
La ira sustituyendo a la vergüenza y la humillación.
—No importa que los otros te desprecien, tú sabes lo que vales.
Apreté los dientes y me levanté como siempre había hecho.
Fue mala idea veni