CASSIDY

Una cosa era lo que le hacía creer a Blair y otra muy distinta mi realidad.

Aquí no lucía tan valiente. El miedo a los recuerdos era algo que paralizaba.

—¿Quién pide acceso? —la voz estridente del guerrero de guardia me hizo estremecer.

—Soy yo —respondí, controlando el temblor de mi voz.

Bajé la ventanilla y escuché el crujir de la grava bajo sus pisadas.

Llegó al lado de mi puesto y alzó una ceja burlona.

Lo recordaba. Era uno de los guerreros de mi padre. Lo que me faltaba.

—¿Tiene cita para acceder?

—¿Acaso la necesito? Soy la hermana del Alfa —le dije aguantándome las palabrotas.

—Todos necesitan cita, especialmente las visitas indeseadas. Espera aquí.

Me trató como si fuese un trapo.

Como mismo mis padres habían dejado que todos me tratasen en esta manada.

Hasta la omega del servicio tenía más estatus que yo.

La paria, la apestada, la hija que debió morir.

Lo vi regresar casi media hora después de haberme dejado esperando, cuando una llamada se podía hacer en segundos.