Mientras mis manos vuelven a la tarea de retirar su camisa, las suyas masajean mi trasero.
—Has hecho que me preocupe mucho, así que necesito castigarte.
—¿Perdón? —apenas termino la palabra, aprovecha que herido o no, es más fuerte que yo y al siguiente segundo estoy acomodada en sus piernas, con el trasero al aire —No, Richard, ¿qué vas a hacer? Suéltame.
—No, esto es algo que me estás debiendo hace mucho y este es el momento.
Dos de sus dedos masajean sobre mi intimidad a medida que habla y el traicionero de mi cuerpo, ya está reaccionando a su toque.
—No bromees, ahh —siento una palmada contra mis nalgas y no puedo creer lo que está haciendo —perdiste el juicio —grito indignada por su acción, pero entonces siento la siguiente palmada con un poco más de fuerza y nuevamente el sonido resuena en la habitación, acompañado por el que emite mi garganta.
Sus dedos vuelven a frotar sobre mi intimidad y descubren muy para mi sorpresa que estoy mucho más mojada. No estoy segura de como es