CAPÍTULO 53 — Persecución
El día había sido interminable. Isabella apenas sentía los pies al salir de Fuentes Moda. Había pasado más de doce horas entre reuniones, pruebas de vestuario y bocetos que no la convencían. Todo en su cabeza era un remolino: la visita a la abogada, la charla con Estela, las dudas que la carcomían desde adentro. Solo quería llegar a casa, cenar con Gabriel y, por una noche, no pensar en nada.
Suspiró mientras abría la puerta de su auto y dejaba caer su bolso en el asiento del copiloto. Encendió el motor y el sonido la reconfortó un poco. Era tarde, las calles estaban medio vacías. Avanzó unos metros y, al mirar por el espejo retrovisor, notó algo que le tensó el cuerpo. Detrás de ella, un auto oscuro encendía las luces al mismo tiempo que el suyo.
No puede ser…
Apretó el volante, tratando de convencerse de que solo era coincidencia. Pero cuando giró en la siguiente esquina, el vehículo también lo hizo.
Su respiración se volvió irregular. La misma sensación