CAPÍTULO 25 — Curando cicatrices
Como dice el dicho: para qué dejar para después lo que puedes hacer ahora.
Esa frase resonaba en la mente de Isabella mientras observaba por la ventana del taxi el ir y venir de la ciudad. Decidió no dejar pasar demasiado tiempo antes de tener ese encuentro pendiente con Camila. Sabía que, tarde o temprano, esa conversación debía llegar. No solo por cortesía, sino porque en el fondo necesitaba cerrar ese capítulo, sanar heridas que aún dolían al recordarlas.
Habían acordado encontrarse en un café muy de moda. Isabella llegó puntual. Eligió una mesa cerca de la ventana, lo bastante discreta para hablar sin interrupciones, y pidió un vaso de agua mientras esperaba.
Camila llegó poco después, impecable, con su habitual elegancia sobria. Llevaba un abrigo color crema, el cabello recogido en un moño perfecto y la expresión contenida, esa que la hacía parecer distante incluso cuando intentaba mostrarse amable.
— Camila —saludó Isabella, poniéndose de pie.
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