Nora, por su parte, pareció disfrutar del intercambio silencioso, observando a ambas mujeres con una mirada que parecía saber más de lo que estaba pasando Nora tamborileó sus dedos sobre la mesa, su sonrisa ampliándose mientras observaba el ambiente cargado entre Lysandra y Asteria. Había una chispa de diversión en sus ojos, como si estuviera disfrutando de un espectáculo al que nadie más tenía acceso y quería ser participé. Finalmente, se inclinó hacia Lysandra, dejando que su voz cortara el silencio de la mesa con una ligereza provocadora. —Sabes, Lysandra, nunca te había visto tan interesada por una persona, diría que nunca te habia visto tan protectora y territorial—dijo, su tono cuidadosamente calculado para incomodar. Lysandra no respondió de inmediato, pero Asteria, aún distraída con el cachorro, sintió cómo la tensión en el aire aumentaba. La detective mantuvo su postura firme, su mirada fija en Nora con la misma intensidad que empleaba en sus interrogatorios más efecti
—¿Ya llegamos? —preguntó Asteria, su voz arrastrada por el efecto del alcohol mientras jugueteaba con las orejas del cachorro. —Sí, ya llegamos —respondió Lysandra, su tono bajo pero firme mientras salía del auto y rodeaba el vehículo para abrir la puerta del copiloto. Asteria dejó que Lysandra la ayudara a salir, su cuerpo tambaleándose ligeramente mientras el aire fresco de la noche la envolvía. El cachorro saltó de sus brazos, moviendo la cola con entusiasmo mientras corría hacia la puerta del alojamiento. Lysandra, con una mano firme en la cintura de Asteria, la guió hacia el interior, su expresión seria pero con un destello de preocupación en sus ojos. El interior del lugar era cálido y acogedor, con una luz tenue que iluminaba las paredes de un tono dorado. Asteria dejó caer su abrigo sobre una silla, girándose hacia Lysandra con una sonrisa amplia y despreocupada. —Hace calor aquí… —murmuró Asteria, su voz suave mientras daba un paso hacia la detective. Lysandra la
—Descansa. Te llevaré algo más tarde para que te sientas mejor —dijo Lysandra, su tono firme pero con un matiz protector que Asteria no podía ignorar. Asteria, sintiendo que la incomodidad y la vergüenza estaban alcanzando su punto máximo, bajó la mirada, sus dedos jugando nerviosamente con la tela de la camisa de Lysandra. —Perdón… —murmuró, su voz temblando ligeramente—. Dije muchas cosas que no debía decir en voz alta. Lysandra arqueó una ceja, su expresión relajada pero claramente interesada en lo que Asteria estaba confesando. La detective dejó escapar un pequeño suspiro antes de hablar. —¿De qué cosas estás hablando? —preguntó, su tono tranquilo pero con una chispa de curiosidad. Asteria negó con la cabeza rápidamente, como si intentara evitar la conversación. Sin embargo, la mirada de Lysandra era imposible de ignorar, y la joven sintió que no tenía otra opción más que admitirlo. —Cosas sobre ti… —confesó finalmente, su voz baja mientras bajaba la mirada al pecho
Lysandra negó con la cabeza pero dejó que Asteria se encargara, apoyándose contra la pared mientras observaba cómo la joven trabajaba con dedicación. Una vez que todo estuvo en orden, Lysandra revisó el reloj y asintió ligeramente. —Es hora de ir con Nora. Veamos si encontró algo sobre tu hermano —dijo, tomando su chaqueta y entregándole la correa al cachorro, quien ladró emocionado al escuchar su nombre. Asteria asintió, ajustándose el abrigo y sintiendo un leve nerviosismo en el pecho mientras salían del alojamiento. Sabía que lo que Nora pudiera haber encontrado podría cambiarlo todo, y aunque tenía miedo de las respuestas, también sabía que estaba lista para enfrentarlas, especialmente si Lysandra estaba a su lado. El trayecto hacia el lugar donde se encontrarían con Nora transcurrió en un silencio tranquilo, solo interrumpido por el suave sonido de los pasos del cachorro y el bullicio ocasional de la ciudad. Asteria no podía evitar sentirse un poco inquieta, con sus pensamien
—¡Asteria, muévete! —gritó Lysandra mientras se levantaba de inmediato, empujando la silla hacia atrás con fuerza y jalando a Asteria detrás de ella. Nora permaneció en su lugar, su sonrisa desapareciendo lentamente mientras los hombres comenzaban a acercarse. Su postura era resignada, como si aceptara las consecuencias de lo que estaba ocurriendo. —Lo siento, chicas —dijo Nora, su voz tranquila pero cargada de culpa—. No tenía otra opción. Las palabras de Nora golpearon a Asteria como una bofetada, dejándola inmóvil mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar. —¿Qué? —susurró Asteria, con los ojos abiertos de par en par—. ¿Nos traicionaste? Lysandra no perdió tiempo en analizar las palabras de Nora. Con movimientos rápidos, empujó a Asteria hacia un lugar cubierto detrás de una columna cercana, usando su cuerpo como escudo. Su mirada se mantuvo fija en los hombres que ahora comenzaban a rodearlas. —Sabía que no debíamos confiar en ti —espetó Lysandra, con un tono l
Lysandra bajó la mirada hacia ella, con algo parecido a una sonrisa melancólica curvando sus labios. Aunque no era alguien acostumbrada a mostrar afecto, había algo en la vulnerabilidad de Asteria que desarmaba las barreras que había construido. —Estás bien aquí, Asteria —dijo Lysandra finalmente, su voz tan baja como reconfortante—. Puedes descansar. Yo estoy aquí para cuidar de ti. Las palabras de Lysandra parecieron aliviar algo del peso en el pecho de Asteria, quien se acurrucó más contra ella, permitiendo que el calor de su presencia la envolviera. Aunque las sombras del peligro seguían acechándolas, ese momento de tranquilidad compartida se sintió como una pequeña luz en medio de la oscuridad.El silencio se extendía mientras Lysandra permanecía quieta, sintiendo el peso de Asteria contra su cuerpo. Era extraño cómo una situación tan caótica podía dar lugar a un momento tan íntimo y tranquilo. Pero Lysandra sabía que la calma era solo momentánea; el mundo exterior todavía est
Con su mente trabajando a toda velocidad, Lysandra memorizó todo lo posible antes de apagar el ordenador y borrar cualquier evidencia de que había estado allí. Cada segundo que pasaba era un riesgo de ser descubierta, pero sabía que esta información podría ser crucial. Antes de irse, revisó los alrededores por si había algo más útil. Encontró un mapa en la pared con varios puntos marcados; uno de ellos coincidía con la dirección en el puerto. Lysandra tomó una foto rápida con su teléfono y salió del edificio con la misma cautela con la que había entrado. Con el mapa aún fresco en su mente, Lysandra avanzaba con pasos rápidos por las calles desiertas, el frío de la noche acariciando su rostro. El auto la esperaba a unos metros de distancia, estacionado estratégicamente en un callejón oscuro. Antes de entrar, echó un vistazo al mapa en su teléfono para confirmar lo que había memorizado. Los puntos marcados eran claros, y uno de ellos coincidía con la dirección en el puerto que había
—No sé si puedo hacer esto —admitió, evitando la mirada de Lysandra—. Es demasiado. Todo lo que descubrimos, lo que significa… y el hecho de que mi hermano está vinculado a este hombre. Es como si cada paso me acercara a algo que no quiero ver. Lysandra dejó escapar un pequeño suspiro, reduciendo la velocidad del auto mientras sus ojos permanecían fijos en la carretera. —Asteria, esto no es algo fácil —dijo con un tono calmado pero lleno de firmeza—. Nunca lo fue. Pero estás aquí porque tienes la fuerza para enfrentarlo, incluso si no lo ves ahora. Asteria finalmente levantó la mirada, encontrándose con el reflejo de los ojos de Lysandra en el espejo retrovisor. Había algo en su tono, en la seguridad tranquila con la que hablaba, que logró romper una parte de la barrera que se había formado en su pecho. —¿Y tú cómo lo haces? —preguntó Asteria, su voz quebrándose ligeramente—. ¿Cómo mantienes esa calma cuando parece que todo está a punto de derrumbarse? Lysandra giró ligeramente