La doctora, con voz serena, anunció:
—Los tres bebés están sanos y bien desarrollados. Son trillizos fraternos. Cada uno tiene su propia placenta y saco amniótico, lo que significa que no compiten por los nutrientes de la madre. Son dos niños... y una niña.
Las palabras rebotaron en la mente de Darina como un eco lejano.
Dos niños y una niña… tres vidas latiendo dentro de ella.
Con manos temblorosas, se posó sobre su vientre, incapaz de asimilar la magnitud de la noticia.
—¿Por qué ocurrió esto? —susurró, casi inaudible.
La doctora, con una sonrisa llena de paciencia, explicó:
—Generalmente, sucede cuando una mujer es extremadamente fértil, y la calidad del esperma también influye —la doctora mirò a Hermes, luego habló—; Felicidades.
Hermes, que había permanecido en silencio hasta ese momento, dejó escapar una leve y genuina sonrisa, algo inusual en él.
—Tres bebés —repitió, saboreando la idea en su mente—. Me agrada.
Pero en Darina, en lugar de júbilo, se desató el pánico. Su pecho se