El video se reproducía ante los ojos de Alfonso y Azucena.
«En el video Edilene y Anahí se enfrentaban.
—¿Y bien? ¿Qué se siente…?
—¿Qué se siente qué?
—Estar tan vacía, tan podrida por dentro, que tuviste que destruir a un niño para quedarte con un hombre.
Edilene dejó de sonreír.
—¿Perdiste la cabeza?
—No —susurró Anahí—. Tú drogaste a Alfonso. Cambiaste los resultados del ADN. Admítelo. Ya no hay nadie aquí. Solo tú y yo.
Edilene titubeó… pero luego sonrió como una serpiente.
—Sí. ¡Sí, yo cambié los malditos resultados! ¡Ese niño sí es hijo de Alfonso! Pero tú… tú me robaste a mi hombre. Así que pagaste el precio. Y lo seguirás pagando.
Anahí sintió que su sangre se helaba.
—Eres una enferma… yo jamás me hubiera acostado con él. ¡Tú me drogaste! ¡Todo esto fue tu plan!
—¡Sí! ¡Lo hice! Quería que te hundieras. Quería que Alfonso te odiara. Y lo logré. Nadie te va a creer, Anahí. Nadie.
Anahí la abofeteó con toda la rabia de una madre acorralada.
—¡Maldita seas! ¡Arruinaste la vida de