Capítulo 5
Con lo poco que me quedaba, reservé una habitación en un hotel modesto y me quedé allí.

La nieve y el frío me habían pasado factura: esa misma noche empecé con fiebre alta.

Instintivamente llamé a papá y a mi hermano, pero recordé que ya estaba sola. Con esfuerzo, pedí al recepcionista que me comprara unos medicamentos.

Duré dos días en un letargo febril, postada en la cama del hotel,con el cuerpo ardiendo de fiebre.

Llegado el día del vuelo, aún con resfriado, me armé de valor y fui al aeropuerto.

En el avión recibí un video de Karla.

En la pantalla se le veía en un jardín amplio y luminoso, rodeada de flores vibrantes mientras papá y mi hermano colocaban sus plantas favoritas.

Karla sonrió con orgullo,

—María, este jardín ya es todo mío. ¿No te da envida? ¡Hasta papá y tu hermano están haciendo lo que yo digo!No solo me lo dieron… ¡dicen que hace tanto frío que me van a llevar a surfear a la playa!

Sonreí y respondí,

—Felicidades. Lo conseguiste. No es solo este jardín. Ahora todo lo
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