—Alicia, habíamos quedado en que la custodia de María sería mía. ¿Con qué derecho te la llevaste sin mi consentimiento?
El padre, al que no veíamos desde hace mucho tiempo, irrumpió dando un portazo, lleno de furia, con los ojos llenos de rabia dirigidos hacia mamá.
Detrás de él, mi hermano también la miraba con reproche.
—Papá tiene razón, mamá. ¿Cómo pudiste esconder a María a propósito? ¿Sabes cuánto nos costó encontrarla?
Mamá, llena de ira, no dudó en darle una bofetada a mi hermano.
—¿Rafael, ya olvidaste lo que me juraste? Dijiste que protegerías a María. ¿Y así es como la proteges, dejando que otros la maltraten?
Mamá lanzó una mirada fría hacia Karla, que estaba parada a un lado.
—Aunque no estuviera junto a María, no soy ciega. ¡Sé muy bien las barbaridades que le han hecho! ¡Jamás permitiré que vuelvan a lastimar a mi niña! ¡Me la llevo conmigo!
Lien y Leo se pusieron de pie a mi lado.
—¡Ustedes abandonaron a María por voluntad propia y ahora tienen la desfachatez de venir a