Mundo ficciónIniciar sesiónCAPÍTULO 35
La jaula de Cristal dorado y la llave de la serpienteJack Hale parpadeó ante la brillante luz del sol mientras salía del edificio anónimo donde Alexander lo había mantenido prisionero. La libertad olía a gases de escape y a hormigón húmedo, y para él, olía a victoria. Marcus, el jefe de seguridad de Alexander, le había entregado una cartera con su identificación, sus llaves y un teléfono nuevo y desechable.—Tu hermano dijo que eras libre de irte —dijo Marcus, su tono tan inexpresivo como siempre—. Pero te aconsejo que no salgas de la ciudad. Y que te mantengas alejado de su familia.Jack soltó una carcajada. —¿Mi hermano? ¿O el perro faldero de su zorra? Dile a Alexander que ha cometido un error al dejarme ir.Marcus simplemente lo miró, una mirada que decía que el verdadero error era de Jack. Sin otra palabra, subió a un sedán negro y desapareció en el tráfico.Solo, en una acera de una parte de la ciudad que






