CAPÍTULO 32
El peso doloroso de su silencio El viaje de Alexander desde el distrito portuario hasta el hospital fue una mancha borrosa de luces de la ciudad sangrando a través de la lluvia en el parabrisas. Cada semáforo en rojo era una tortura, cada coche lento un obstáculo insuperable entre él y el epicentro de su mundo que se desmoronaba. El hombre que había entrado en el almacén como un depredador calculador ahora era solo un manojo de nervios crudos y pánico helado. La victoria sobre Jack no significaba nada. Era ceniza en su boca. El poder, la riqueza, el control… todos eran dioses falsos ante la fragilidad de un solo latido del corazón. El único sonido en el Bentley era su propia respiración irregular y el pitido insistente del teléfono que Marcus había dejado en el asiento del copiloto, un recordatorio de un mundo exterior que ya no le importaba. Irrumpió en las p