Mundo ficciónIniciar sesiónCAPÍTULO 4
Aurelia apenas podía creerlo cuando recibió el correo electrónico informándole que la habían aceptado e invitado a una entrevista en Cuba. Esta era la oportunidad con la que había soñado durante años, el camino que finalmente podría sacarla de su miseria y darle a su hermana una oportunidad en la vida. En cuanto entró en el edificio de la empresa, la realidad de dónde se encontraba la impactó como una onda expansiva.
Las paredes estaban impecables, brillando con un resplandor de riqueza y lujo que nunca imaginó presenciar en persona. Todas las modelos sentadas a su lado lucían perfectas. Eran altas, elegantes y seguras de sí mismas; no pudo evitar preguntarse si realmente pertenecía a ellas.
Se sentó en la sala de espera con el corazón latiendo como un tambor en su pecho. Le sudaban las palmas de las manos mientras se las frotaba frenéticamente, intentando calmar los nervios. Susurró oraciones en silencio mientras miraba a la señora Rosa, la encargada de Recursos Humanos, de pie frente a la multitud, sosteniendo un papel cuidadosamente recortado. Su expresión era severa, indescifrable, y la ansiedad de Aurelia no hizo más que intensificarse.
Entonces, la Sra. Rosa empezó a llamar a diez personas, una tras otra.
En cuestión de minutos, ya había llamado a diez.
Los labios de la encargada de Recursos Humanos seguían moviéndose, pero la mente de Aurelia apenas registraba los sonidos. Por el tamaño del papel en la mano de la mujer, parecía que se acercaba al final de la lista. La esperanza se le escapó de los dedos como arena. Sus hombros se hundieron al exhalar un largo suspiro de derrota. Sintió una opresión dolorosa en el pecho al hundirse más en la silla, convencida de que no estaba entre las seleccionadas. Toda esa esperanza... otra vez en vano.
Sus ojos borrosos miraban al suelo hasta que de repente...
"Señorita Aurelia Thompson".
Su nombre resonó con fuerza por todo el pasillo.
Aurelia se quedó paralizada. Su mente se bloqueó, negándose a procesar lo que acababa de oír. Parpadeó, abriendo mucho los ojos mientras se ponía de pie de un salto, casi tropezando por la sorpresa. Por un segundo, no respiró. Su corazón se paró y luego volvió a latir a toda velocidad.
"Y con esto termina la lista", continuó la de Recursos Humanos. "Por favor, los demás pueden irse. Gracias por su solicitud. Pueden volver a intentarlo el año que viene".
Los solicitantes restantes suspiraron decepcionados y se marcharon arrastrando los pies, mientras Aurelia permanecía de pie, atónita.
¿Era real? ¿Era realmente una de las elegidas? Se pellizcó el brazo con tanta fuerza que hizo una mueca, y fue entonces cuando la realidad la golpeó de lleno. Había entrado. De verdad había entrado.
Su visión se nubló mientras las lágrimas de alegría se acumulaban en sus ojos. Se cubrió la boca con ambas manos, intentando contener un grito.
"Los seleccionados, por favor, vengan conmigo a una sesión informativa", ordenó la de Recursos Humanos.
Aurelia se sentía como si caminara sobre nubes al unirse al grupo de solicitantes seleccionados, con el corazón latiendo con fuerza. Justo cuando creía que la vida le había cerrado todas las puertas, una puerta dorada finalmente se abrió.
Después de la sesión informativa, miró su teléfono con curiosidad y casi gritó al ver una alerta:
1.000.000 de dólares.
Se quedó mirando los dígitos, parpadeando repetidamente.
"¿Un... millón?", susurró para sí misma, temblando.
La voz de la chica de Recursos Humanos de repente sonó como música.
"Ahora trabajas para Cuba", dijo con autoridad. "Así que renuévate, luce impecable sin esfuerzo y mantente al día. Si tienes alguna pregunta, consulta la guía o contacta con el correo electrónico de soporte".
Tras la despedida, Aurelia no perdió ni un segundo en correr a casa para contárselo a Clara.
La reacción de Clara fue impagable; gritó más fuerte que Aurelia. La abrazó, dando saltos de emoción.
"¡Estamos de celebración!", declaró Clara.
Y así fue. Salieron a cenar y se dieron el gusto de comer algo que normalmente no podían permitirse. Bebieron, rieron y, por primera vez en mucho tiempo, Aurelia sintió la felicidad sin el miedo acechando en las sombras. Al final, incluso consiguió un apartamento nuevo, modesto pero limpio, acogedor y suyo.
★★★
Días después, llamaron a Aurelia para su primera sesión de fotos. Llegó temprano, decidida a causar la mejor impresión posible. Pero el destino tenía un retorcido sentido del humor. Justo cuando entraba al baño para refrescarse, se topó con alguien a quien deseaba no volver a ver: Angel. Su acosador de la universidad. Su torturador.
Los dedos de Angel, con su manicura perfecta, le quitaron el zapato a Aurelia mientras ella se burlaba: "¿Cómo una canalla como tú entró en un lugar tan prestigioso?".
Sus secuaces, las mismas de la universidad, Nysa, Anna y Kylie, se reían a carcajadas detrás de ella como hienas amaestradas.
Seguían a Angel como si fuera el centro de sus vidas. En esencia, Angel era la líder de su manada.
Aurelia levantó la barbilla, negándose a encogerse como antes.
"¿Así que ahora me sigues?", replicó. "No me dijiste que estabas tan desempleada".
Ya no era la chica asustada que una vez humillaron. No, había sobrevivido a los peores golpes de la vida. Las palabras de Angel ya no podían quebrantarla.
La expresión de Angel se transformó en algo desagradable.
"¡Imbécil!", espetó. "Soy una top model aquí. Pero no espero que sepas nada, viendo lo inútil que eres".
Los labios de Aurelia se curvaron en una sonrisa satisfecha. Una extraña sensación de justicia la invadió. El universo sabía cómo traer de vuelta a la gente justo cuando debían afrontar las consecuencias.
Pasó junto a Angel con paso decidido, con las caderas balanceándose con seguridad. Si algo odiaba Angel, era cómo la belleza natural favorecía a Aurelia: las curvas, la figura, ese tipo de atractivo que Angel no podía fingir por muy famosa que fuera.
Angel apretó los puños y rechinó los dientes.
"Esa zorra..."
Pero Aurelia no miró atrás. Fue a su sesión de fotos y clavó cada pose como si perteneciera allí.
Al terminar la sesión fotográfica, la encargada de Recursos Humanos llamó a todos a la sala de anuncios.
“La tan esperada semana de la moda ya está aquí”, anunció. “Se celebrará el 15 de agosto. Y por orden del director ejecutivo, la lista de inscritas se ha ampliado para incluir más modelos”.
Todos contuvieron la respiración cuando un enorme cartel bajó del techo y aparecieron los nombres en la pantalla.
“Estas son las modelos que participarán en la próxima semana de la moda”.
Aurelia examinó la lista con ansiedad, y allí estaba.
Su nombre era el séptimo.
Se quedó boquiabierta. Su cuerpo temblaba.
Por supuesto, Angel encabezaba la lista, seguida de sus secuaces: Anna, Kylie y Nysa. Se movían el pelo con arrogancia.
“Nadie nos iguala”, presumió Kylie.
“Obviamente”, sonrió Angel con suficiencia…
…hasta que vio el nombre de Aurelia.
Su expresión de suficiencia se evaporó.
"¡¿Qué?! ¡Mentiras!", espetó. "¡¿Ese bobo también está en la lista?!"
Nysa sonrió como si quisiera regañar a Aurelia.
Entrecerraron los ojos hacia Aurelia, con un creciente desprecio en su interior.
Mientras echaban chispas, Aurelia sonrió con más fuerza que nunca.
"El entrenamiento empieza mañana", concluyó el de Recursos Humanos. "Por favor, vayan a casa y descansen".
En cuanto los despidieron, Aurelia no pudo contener la emoción. Chilló, saltando junto a Angel y su grupo como si la alegría pura se hubiera apoderado de sus pies.
No le importaba cómo la miraran. Seguía adelante, y nada, ni siquiera su pasado, podía frenarla.
Pidio un taxi a casa, encendió los altavoces y bailó como si estuviera en un festival de música.
Pero su felicidad duró poco cuando Iva le vino a la mente.
Se dejó caer al suelo, con lágrimas en los ojos.
"No tenías que ir, no lo hiciste", murmuró, intentando contener las lágrimas con todas sus fuerzas para no volver a estallar.







