CAPÍTULO 3Los días transcurrían como sombras que se desvanecen, vacíos y fríos. El mundo seguía girando, pero para Aurelia, todo se había detenido en el instante en que el corazón de Iva se detuvo. Lloró a su hermana con cada aliento que le quedaba. Se encerró en casa durante días, aislándose del sol, del mundo y de la verdad que no podía aceptar.El olor a comida intacta impregnaba la sala, pero se negaba a comer. ¿De qué servía llenarse el estómago si su corazón estaba vacío?Lo había hecho todo por Iva.Había sacrificado su dignidad, su inocencia... su paz.Sin embargo, Iva se había ido.Su alma se sentía agotada, no cansada por las noches sin dormir, sino cansada de luchar por una vida que aún la dejaba destrozada.Durante cada segundo de su dolor, Clara permaneció a su lado, cocinando, limpiando, abrazándola cuando se derrumbaba y vigilándola durante la noche para asegurarse de que no se perdiera en el dolor. Intentó distraer a Aurelia de su desesperación, incluso cuando ella mi
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