Capítulo 4
Me detuve y me giré, con el rostro convertido en una máscara fría.

—¿Qué es ahora?

—Se trata del Rito de la Fuente Lunar. —Abrió los ojos, y en esas profundas piscinas azules había una autoridad innegable. —Necesito posponerlo.

—¿Por qué? —No fue una pregunta, sino una exigencia.

—El embarazo de Serafina es inestable. El sanador dijo que la energía pura de la Fuente Lunar le haría bien. Así que… —Hizo una pausa, como buscando las palabras correctas. —He decidido que es mejor que lo reciba ella.

Que lo reciba ella.

Lo dijo con tanta naturalidad, como si solo estuviera reprogramando una reunión.

Ese era el mayor honor para una Luna, recibir la bendición de la manada.

Era el momento sagrado que habíamos soñado juntos.

Mi corazón estaba entumecido.

Ya ni siquiera podía sentir dolor.

Respondí con la voz más serena que pude reunir:

—Está bien.

Mi calma pareció desconcertarlo.

—¿No… tienes nada más que decir?

—No.

—…Bien. —Un destello de alivio cruzó su rostro, como si hubiera esperado una pelea mayor.

Luego continuó, con un tono completamente profesional:

—Voy a llevar a Serafina a un retiro privado en las Rocosas. Encárgate de los preparativos de la ceremonia. No me molestes con los detalles a menos que el mundo esté por acabarse.

Cortó el enlace.

Salí al balcón.

Antes había sido mi jardín de hierbas, lleno de plantas raras que había cultivado para el futuro de nuestra manada.

Había imaginado usar esas hierbas para sanar a nuestra gente, para proteger nuestro hogar.

Damián nunca había puesto un pie aquí.

Decía que no le interesaban “todas esas flores y malezas”.

Ahora, también habían perdido su significado.

Empecé a trabajar, arrancando una por una las plantas que había cuidado con tanto esmero. El chasquido seco de las raíces y el aroma húmedo de la tierra llenaron el aire.

Era un funeral para un futuro que ya estaba muerto y enterrado.

Cada una representaba una esperanza traicionada.

Cuando la última Flor de Polvo Estelar estuvo en su caja, saqué el teléfono y abrí el calendario.

En la fecha que había marcado incontables veces para el Rito de la Fuente Lunar, dibujé una gruesa X roja.

La cuenta regresiva: doce días.

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