69.
AURORA
Repasó mi cuerpo con lentitud, con una calma de esas que te hielan la sangre, pero a mí me encendía más.
Cada gesto era una nueva condena, cada movimiento una pena más sumada a mi larga lista de crímenes.
Y él… era mi juez, uno poderoso, cruel, desmedido, y lo peor es que eso me encantaba.
—¿Por qué tienes que venir a arruinar mi noche, Kayne? ¿Acaso no estabas con tu perfecta compañera en una cena romántica? Déjame en paz.
Quise alejarme de él, tambaleándome, con pasos torpes, pero con la convicción de que no lo quería cerca.
—¿Así que hiciste esto por venganza?
Me detuve, volteando a verlo; su semblante había cambiado a uno juguetón, con un toque de rabia contenida.
—¿Y qué si es así? Tú follas con quién quieres, yo también puedo hacerlo, y aquí estaba llena de muchos que pagarían muy bien por ser el primero.
"Hasta que llegaste a arruinarlo", murmuré, tomando una estúpida botella del suelo. Creo que se me olvidó que con eso se me vería el alma y lo malditâmente mojada que me