35.
NARRADOR
El cielo se había embravecido; sus nubes oscuras se remueven con furia, como si tuvieran vida propia. El viento ruge con fuerza, sacudiendo todo a su paso, llevando una voz que parecía venir de las profundidades de la tierra.
En la manada, Zyla no entendía qué sucedía; como de un momento a otro, aquel cielo azul y despejado pasó a ser uno a punto de desatar la peor tormenta de todas.
Muchos corren tratando de escapar de la brisa helada, pero en el aire se podía sentir algo más: una tensión a punto de romperse, como los mismos rayos que rompen el silencio.
Zyla, por alguna razón, dirigió su mirada al palacio; su loba le advertía que algo estaba mal y no se equivocaba.
Rowan luchaba a pesar de las muchas heridas en su cuerpo, la sangre manchando sus ropas rasgadas. Sus garras cortaban, sus puños rompían huesos, pero eso no sería suficiente.
Dio paso a su Lycan, quien, apenas emergió, lanzó un aullido poderoso que toda la manada pudo escuchar.
Zyla dio un paso al frente, escuchá