34.
AURORA
Aún sonrío recordando la noche de ayer. Es agradable saber que alguien puede hacer que las cosas más simples sean especiales.
Ni siquiera Jackson hizo algo así de bonito por mí, y lo entendí; lo supe en el momento en que me di cuenta de que él tenía una compañera por quien movió cielo, mar y tierra.
Pero no puedo ilusionarme, no con Kayne. No puedo entregar mi corazón para que lo lastimen cuando yo no sea la correcta.
Mis pasos y mis pensamientos me llevaron al borde de la escalera, mirando su caída hasta la base, fría y desolada, donde podía sentir algo inquietante acechando.
Agarré con fuerza la baranda sin atreverme a bajar el primer escalón; era como si algo me alertara del peligro que yo no podía ver, pero sí percibir.
La Reina no estaba; había salido a la manada a resolver algo y Rowan estaba cerca, sin embargo, no lo suficiente para poder verlo.
Paralizada del miedo, por lo que sentía, me vi obligada a moverme, a dar el primer paso hacia atrás.
Los vellos de mi c