31.
AURORA
No sabía lo que había ocurrido dentro de esa habitación. Aún puedo sentir sus manos tocando mis brazos, sus labios mordiendo los míos con una delicadeza que me hacía vibrar.
Lo peor de todo era que no podía detener lo que mi cuerpo y mi corazón sentían; esa electricidad despertaba sentidos que nunca antes habían estado ahí.
Me abrazo a mí misma en una forma de calmarme, notando cómo Kayne se detiene a esperar sin presionarme.
No habíamos dicho nada desde que salimos de la habitación; tampoco volvió a tomar mi mano, simplemente dejó un espacio entre ambos que agradecía.
Es como si él me conociera más que yo misma.
—Kayne… me gustaría hablar contigo— rompí el silencio, logrando que sus hermosos ojos voltearan a verme.
Me detuve frente a él, tomando aire; el cuerpo me temblaba, pero tenía que hacer esto por mí misma antes de salir lastimada.
—Me gustaría saber cuándo podría mudarme a la manada.
Su ceño se frunció ligeramente sin comprender. La intensidad que iba tomando su mirada