32.

AURORA

Desperté lentamente, rodeada de ese mismo olor a chocolate amargo que comenzaba a ser mi favorito.

El calor de otro cuerpo me envolvía, suave, sereno, haciéndome sentir que estaba en un lugar seguro del que no quería salir.

Abrí los ojos, adaptándome a la suave luz que traspasaba las cortinas, descubriendo que estaba envuelta entre los brazos de Kayne.

Su pecho sube y baja con un ritmo constante; sus ojos permanecen cerrados, imperturbables a los latidos de mi corazón, que comenzaban a acelerarse.

Intenté alejarme, pero sus brazos me apretaron más fuerte a él, haciendo que tocara su pecho.

Este vibraba sutilmente, como su lobo lo hizo aquella noche en el bosque. Se sentía bien de alguna forma, hipnótico, tranquilizante.

Coloqué la mano justo encima de su corazón, percibiendo los poderosos latidos a los cuales mi propio corazón iba tomando el ritmo en una sola sincronía.

Sonreí y no sé el porqué. Se sentía único, hermoso, irreal.

Una emoción comenzaba a abrirse camino en mi pech
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