108.
NARRADOR
Kayne la veía, lo hacía con una amor que ella no parecía notar, pero sí podía ver algo más: lo que su presencia le estaba causando.
Su respiración aumentó ligeramente, sus manos tiemblan a los lados con los puños apretados tratando de controlarse, el vínculo por primera vez desde que se desconectó, vuelve a sentirse, débil, apenas perceptible, pero está ahí.
Da otro paso hacia ella con cuidado, no queriendo ser demasiado invasivo. Sabe que ella fácilmente podría hacerle daño y por ahora eso no es lo que quiere.
Necesitaba agrietar esos muros, ese poder, esa magia que la ciega.
No estaba todo perdido, no para él, porque al ver como ella lucha contra algo que siente, se ha dado cuenta que puede sacarla de la oscuridad.
—Yo podría fácilmente dártelo sin necesidad de que te llenes las manos de sangre, mi Reina.
—No soy tan tonta para creer eso.
—Fue nuestra promesa, convertirme en tu esclavo y darte mi vida si así la querías. Yo no tengo ningún problema en ser uti