Leonardo se quedó helado en su sitio, con rabia en los ojos al pensar que lo único que podía hacer era ver cómo hería a Natalie.
—¡Chloe, si vuelves a hacerle daño, te juro que te lo haré pagar!
Chloe se mofó: —¿Crees que tengo miedo? ¿Quieres amenazarme con la familia Reyes o qué? Por desgracia, ya ni siquiera me importa.
Mientras hablaba, sacó un mando a distancia de algún sitio y jugaba con él.
Al ver aquel mando a distancia, a Leonardo le cambió la cara.
—Chloe, por favor, cálmate. Lo que haces no tiene sentido y solo haces daño a gente inocente.
Chloe rio, sus ojos mostraban determinación y locura: —¿Inocente? ¿Quién es inocente? ¿Natalie? Ella te arrebató. ¡No es inocente! Voy a enterrarla conmigo, ¡para que siempre te acuerdes de mí y del nombre de Chloe!
Leonardo se puso nervioso, vio la determinación en los ojos de Chloe y supo que estaba realmente loca.
—¡Lo que pasó entre nosotros no tiene nada que ver con ella! Puedo asumir todas las consecuencias si la dejas marchar.
Sin e