La mañana avanzaba con un ritmo implacable en la oficina de D’Alessio Corporation. Isabella apenas había terminado de acomodar sus documentos y de responder algunos correos pendientes cuando Marcos apareció en su escritorio con una mirada firme y un gesto que no dejaba espacio a la negociación. Su entrada hizo que el aire pareciera más pesado, y Charlotte, desde un lado, observaba en silencio, acostumbrada a la intensidad del jefe.
—Isabella —dijo Marcos, con un tono que combinaba autoridad y frialdad—. Hoy quiero que te ocupes de todo lo que queda pendiente. Revisa los contratos de la reunión con los inversionistas, organiza los informes de seguimiento, y asegúrate de que cada detalle esté perfecto. No quiero retrasos.
Isabella levantó la vista, notando la intensidad en su mirada, y asintió con un leve gesto, aunque por dentro sentía un pequeño peso en el pecho. Sabía que su recuperación reciente había sido breve, y que ahora Marcos parecía dispuesto a ponerla a prueba al máximo. Tom