La mañana estaba fresca y clara cuando Isabella salió de su casa, con la maleta cuidadosamente cerrada y los documentos importantes asegurados en su bolso de mano. Aunque intentaba concentrarse en los compromisos que tenía por delante, no podía evitar que un pensamiento la siguiera con fuerza: la historia de Marcos y Fernando, la traición silenciosa que había marcado el pasado y la muerte de Adrián. Cada vez que recordaba cómo Marcos había decidido vender su riñón en lugar de donarlo a su amigo, una mezcla de asombro, indignación y tristeza la envolvía, acompañando sus pasos hasta el auto que los llevaría al aeropuerto.
—Todo listo, Isabella —dijo Marcos, entrando en el auto con la calma que siempre parecía poseer, aunque en sus ojos brillaba una determinación que solo ella alcanzaba a percibir—. Tenemos un vuelo largo por delante, así que relájate lo que puedas.
Isabella asintió, pero su mente no podía escapar de aquel recuerdo doloroso. Sentada junto a la ventanilla, contemplaba cóm