―¿Por qué no me abrías? ¿Qué no te percatas que estaba aquí afuera? —Selene observó con una mirada aburrida y hasta molesta a Víctor mientras este parecía un niño haciendo un pequeño berrinche, algo que molestó sobremanera a Selene.
―¿Qué quieres? —Víctor pareció un tanto sorprendido por la manera tan brusca en la que Selene le había dado una respuesta. Aquella jamás se había mostrado de una forma tan ruda.
Selene, a pesar de ser una mujer indomable para Víctor, era una mujer que solía ocultar sus deseos e incluso sus molestias tras una sonrisa falsa y un gesto lleno de falsedad, algo que solía odiar Víctor en demasía y Selene lo sabía a la perfección.
―¿Qué es esa manera de responder, Selene Sartori? ¿Qué acaso ahora que estás a punto de divorciarte de mí, has decidido sacar las garras? —Selene supo que, sin duda, aquella visita tan repentina de Víctor era por esa única razón.
Fue por ello por lo que Selene, a pesar de tener un deseo interno que la sobrepasaba por decirle muchas cosa