Todo era simple, Selene hablaría con el abuelo, con ello daría por acabado toda la situación y los lazos que la unían a la familia Nikolái.
Fue por ello por lo que Selene, a pesar de detestar la sola idea de ser arrastrada por Víctor, no dijo una sola palabra, no cuando en aquel momento se encontraba en una pijama corta y una bata de seda que la cubría, no cuando el anciano parecía que aquella noticia no parecía ser la gran noticia que Selene creía que sería.
Pues el anciano mostraba un gesto amargo, como si le hubiese caído mal su comida, de solo mirar el papel sobre sus manos, y daba uno que otro suspiro, como si la noticia, fuese no más que una mala noticia.
¿Qué acaso no era lo que deseaba? Selene se preguntaba aquello, mientras observaba a la pareja a unos pasos delante de ella, como si ellos fueran la pareja casada que hizo el arduo trabajo, mientras ella era no más que la sobrante en la situación.
―Entonces... —El anciano por fin habló, su tono frío y molesto—: ¿Cómo es que con