Un sonido alarmante resonó en la gran oficina del grupo Perseus, algo que hizo que el gran Zander Perseus, sin siquiera pensarlo, corrió hacia su teléfono, observó el nombre en la pantalla y con gesto lleno de molestia solo lo dejó allí, sin siquiera responder.
Aquello había sido el pan de cada día, desde que había regresado de la fiesta de camping que habían tenido los Perseus.
Sin contar que el humor del señor Zander Perseus, había sido caótico y terrible, algo que tenía los nervios de punta, no solo a su secretario, sino también a todos los empleados de la empresa e incluso de los barrios bajos.
El teléfono inició a sonar de nuevo, mientras Zander luego de darle otra mirada, lo había ignorado por completo.
―¿No va a contestar, mi señor? —Zander levantó su mirada de su computadora, su expresión parecía tan molesta, que, en cualquier momento, podría llegar a atacarlo.
―¿Acaso es algún tipo de acto obligatorio? ¿Tengo que responder mi teléfono cada que alguien llame? —El secretario ne