La inquietud de Alejandro se volvía insoportable, se levantó de golpe y salió.
—Alejandro… —Lucía sujetó con fuerza la tela de su camisa, mirándolo con súplica—. ¿A dónde vas?
—Bebé, pórtate bien, debo volver a casa —respondió él con voz suave, aunque una leve irritación se escondía en su tono.
Lucía soltó su agarre con gesto dolido, por dentro hervía de rencor hacia Valeria, pero en sus labios pronunció palabras en su defensa:
—Recuerda, por favor, no la regañes.
—Tonta, piensa más en ti misma, volveré pronto contigo —Alejandro acarició su cabello y salió apresurado.
En el trayecto, el presentimiento se hizo más fuerte. Sentía que algo vital estaba escapando de su vida. En un semáforo rojo, intentó llamar a Valeria.
"El número marcado se encuentra apagado."
Por primera vez, aquella voz automática lo estremeció hasta los huesos. Presionó más fuerte el acelerador, pasó semáforos en rojo, rebasó autos sin darse cuenta. Solo quería verla.
Al llegar al domicilio, el corazón le latía co