Mundo ficciónIniciar sesiónEl día de mi boda, la ex novia de Miguel Urquiza, Ximena Ruiz, amenazó con lanzarse desde lo alto de un edificio. Él la ignoró y continuó con nuestra ceremonia, hasta que ella realmente saltó. Después de eso, Miguel se metió a monje de monasterio y me hizo copiar miles de sutras, arrodillarme en cientos de escalones y me torturó hasta que perdí a mi hijo. Ese día le pedí el divorcio, pero se negó diciendo que yo también era culpable y teníamos que expiar juntos. Me obligaba amenazándome con mi familia, hasta que desgastó mi vida. Por eso, cuando renací, lo empuje al lado de Ximena. Ahora yo me convertiré en su verdadero amor que lo llevará a ponerse los hábitos.
Leer másEse día me parecía que el sol brillaba más que de costumbre.
Por primera vez todo estaba a mi favor, y no podía estar más contenta.
Mi infancia y adolescencia no habían sido fáciles. No conocí a mis padres y me crié en un orfanato.
Cuando era más pequeña pensaba que alguna familia iba a adoptarme, o que tal vez, mis papás volverían por mi.
Pero con el paso de los años, descubrí que no. Y peor aún, que cuanto más grande era, menos interesadas estaban las familias en adoptarme.
Todo ese dolor y soledad, se terminaron el día que cumplí veintiún años.
Tomé mi mochila con las pocas pertenencias que tenía, y me subí al primer autobús que pasó.
Ni siquiera sabía a cuál pueblo me llevaba, pero no me importaba tampoco. Quería empezar de cero, lejos.
Después de viajar durante nueve horas, terminé en una vieja cafetería.
Me acerqué para preguntar si había algún empleo para mí allí, pero todos los puestos estaban ocupados.
Cuando me dirigía cabizbaja a la puerta, una señora de cabello oscuro se acercó y me extendió un papel.
En él decía: "Se busca personal de limpieza para la familia Wintford. Favor de presentarse en Avenida Libertad 937."
Cuando le agradecí con una gran sonrisa por la recomendación, ella respondió:
-Es una gran familia, tendrás un muy buen empleo allí-
De inmediato, sentí que mi vida comenzaba a tomar un rumbo, y no podía estar más emocionada.
Por fin, empezaría a vivir.
Me tomé otro autobús hasta la dirección que estaba en el papel, y cuando bajé, me quedé boquiabierta.
Jo-der.
Estaba frente a una gran mansión, de tres pisos y un increíble jardín.
Nunca había visto algo así.
Desvié la vista hasta mi cuerpo, y me avergoncé por la ropa que traía puesta. Era una simple remera blanca y un pantalón de jean, con mis zapatillas negras.
Jamás imaginé que vendría a un lugar así. De otro modo, no me hubiese acercado... Mis posibilidades aquí eran nulas.
Aunque había completado todos mis estudios básicos, no dejaba de ser una joven inexperta y de un rango social bajo.
Detuve mis pensamientos y me recriminé mentalmente por pensar así.
Ésta era mi nueva oportunidad, debía aceptar todos los retos. Si comenzaba a juzgar las opciones que se presentaban, jamás podría conseguir un trabajo.
Además, no podía condenarme por mi pasado. Gracias a ello, hoy era quien era.
Así que, con mis nervios a flor de piel, dí un par de pasos hasta que me acerqué a la gran puerta de madera. Sus manijas eran de oro y relucían bajo el sol del mediodía.
Golpeé con firmeza y esperé a que me abrieran.
Luego de unos largos segundos, nadie aparecía. Y cuando estaba a punto de golpear de nuevo, la voz de una mujer me detuvo.
-¿Vienes por el empleo?-
Giré mi rostro para encontrarla. Era una muchacha de unos veinticinco, cabello oscuro y piel blanca como la nieve. Su mirada era ruda, y en sus manos llevaba una pequeña maleta.
-Si... ¿Trabajas aquí?- cuestioné.
-Ya no, por suerte. Estás loca si quieres vivir en ésta mansión-
Mi corazón se aceleró, y la observé confundida.
-¿De qué hablas?-
En ese momento la puerta se abrió y miré en su dirección. Una señora mayor, con su cabello blanco y su espalda un poco encorvada, estaba sonriéndome.
Ahora entendía el motivo de la tardanza al abrirme.
Volví mi vista a donde estaba la muchacha antes, pero ésta había desaparecido.
-Hola, jovencita. ¿Qué buscas?-
Las palabras que había escuchado antes me estaban atormentando en cierto modo.
¿Era una mala idea trabajar aquí?
Volví a observar a la señora, y su sonrisa era tan pura y cálida que decidí ignorar la advertencia.
-Vengo por el puesto de trabajo para limpieza- sonreí con ansiedad.
-¡Oh! Finalmente. Qué alegría recibir a alguien tan joven y bella. Ven, pasa, pasa-
Se hizo a un lado y me permitió ingresar a la mansión.
Mi Dios.
Si me parecía una locura por fuera, por dentro no había palabras para describirla.
Todo brillaba, había mármol blanco y detalles en oro por todo el recibidor.
Algunos cuadros decoraban las paredes blancas y hacían juego con los adornos que se presentaban.
Hacia atrás se veía una sala de estar y una escalera de madera.
Me parecía estar dentro de una película.
-Es un hogar hermoso, Señora- balbuceé. - Y realmente me gustaría trabajar para usted-
-¿Para mi? Oh no- rió -Ésta es la casa del señor Andrew. Él va a ser tu jefe-
Me avergoncé por ni siquiera saber para quién iba a trabajar.
-Seguramente- continuó -Está en su oficina. Voy a llamarlo...- dió dos pasos lentos y antes de que pudiera alejarse de mí, gritó -¡Oh, allí estás! Ven Andrew, vino una joven por el puesto de trabajo-
Desvié mi vista hacia el susodicho, y en ese momento supe que estaba perdida.
Carlos respiró profundamente y reveló un secreto que yo desconocía.—Porque sentía que también era parte de la causa de tu muerte —dijo—. Si hubiera sido más valiente entonces, si te hubiera dicho que fue Miguel quien sobornó a tu compañera para acusarte de plagio...—Si te hubiera contado que fui yo quien pasó días sin dormir para encontrar las pruebas que demostraron tu inocencia...—¿No te habrías dado cuenta de su engaño? ¿No habría cambiado tu vida?—Pero Miguel me dijo que tú lo querías mucho, me preguntó si sería capaz de romperte el corazón.—No pude hacerlo, y también temía que no me creyeras, así que...Para entonces, ya no podía hablar entre sollozos.Mi mente quedó en blanco y las lágrimas nublaron mi visión.Nunca imaginé que la razón por la que acepté a Miguel había sido algo que él robó a otro.Viendo a Carlos llorar tan desconsoladamente, no pude evitar darle un puñetazo.Sollozaba como un niño: —Pégame, todo es mi culpa...Deshice mi cinturón de seguridad y lo abracé,
Me di la vuelta y subí las escaleras.Miguel intentó seguirme, pero Ximena lo sujetó impidiéndole irse.Él se volvió hacia ella, mirando ese rostro aparentemente inocente pero profundamente cruel, y recordando sus palabras anteriores, sintió una furia incontenible.Le dio una fuerte bofetada a Ximena y dijo con decepción: —Por respeto a tus padres, ya he sido extremadamente tolerante contigo. ¿Por qué sigues provocando a Sonia?Ximena nunca había sido golpeada por Miguel. Rompió a llorar inmediatamente: —¡Miguel, eres un desgraciado! ¡Ahora yo soy tu esposa!—¡Esa Sonia no es más que una amante que debe mantenerse oculta! ¡Ya me he controlado bastante al no matarla!—¡Basta! —dijo Miguel con rostro impasible—. Por el bien del niño, no te haré daño. Ahora, ¡lárgate!Ximena quiso decir algo más, pero Miguel le espetó impaciente: —¡Ahora mismo! ¡Inmediatamente!Con los ojos enrojecidos, Ximena se marchó llena de resentimiento.Cuando se fue, Miguel subió corriendo las escaleras, pero yo y
Seguí a Miguel hasta la prisión que había construido para mí.Desde ese día, me volví dócil y obediente, sin exigir nada.Como si realmente me hubiera convertido en un trofeo que lo amaba hasta perder mi propia identidad.Al principio Miguel venía con frecuencia, pero gradualmente solo aparecía una vez por semana.Sin embargo, cada vez que me visitaba, sus ojos reflejaban una culpa más profunda.Esto se debía a que Ximena venía a causar problemas a mis espaldas.Él lo sabía, pero fingía no saberlo, porque las familias Urquiza y Ruiz ya estaban profundamente unidas, y no podía permitirse ofender a esta heredera.Para compensarme, Miguel me enviaba valiosas joyas y bolsos.Antes, los habría rechazado, pero ahora los aceptaba todos.Después de todo, acompañarlos en esta farsa era como sufrir un accidente laboral.Ese día, mi salud había mejorado bastante, así que salí con la excusa de visitar a Santiago.Sabía que Miguel tenía gente vigilándome, por lo que no mostré ningún comportamiento
Me costó mirar a los ojos de Carlos.Esos ojos tan llenos de sentimiento, que en mi vida anterior habían derramado lágrimas durante días por mi muerte.Recordaba que después de asistir a mi funeral, sufrió un accidente de coche en el camino de regreso y su destino quedó incierto.Ese día, él mismo conducía.Lo miré con ternura y dije: —Está bien.Carlos seguía explicando atropelladamente que no quería aprovecharse de la situación y que no me exigiría nada a cambio.Interrumpido abruptamente por mi "está bien", se quedó petrificado de asombro.Viendo su expresión aturdida, mi pésimo estado de ánimo se disipó de repente, y añadí: —Nunca pretendí quedarme con Miguel.—Todo era una táctica para ganar tiempo, solo quería evitar que ese loco hiciera alguna locura.—No podía enfrentarme a él, así que tenía que seguirle el juego.—¡Ya no será así! —exclamó Carlos entusiasmado—. Ahora puedes apoyarte en mí.Sonreí y respondí: —Bien.Durante los días siguientes, Carlos permaneció en el hospital
Miguel creyó que había ganado.Colocó un enorme anillo de diamante rosa en mi dedo y prometió solemnemente: —Sonia, te trataré bien toda la vida.En ese momento, su teléfono sonó.Miró la pantalla y su expresión cambió ligeramente.Sabía que era Ximena llamando, así que le dije: —Contesta.Miguel presionó el botón de respuesta y la voz melosa de Ximena resonó inmediatamente: —¡Miguel, ven rápido, el médico dice que estoy embarazada!—¡Es maravilloso, vamos a tener un bebé!El rostro de Miguel cambió drásticamente. Me miró nervioso.También lo miré sorprendida, con el corazón adolorido.Siempre pensé que Miguel amaba a Ximena sin darse cuenta, pero nunca imaginé que ya habían tenido relaciones.El mismo día que perdí a mi hijo, Miguel recibía la noticia de uno nuevo, y con la persona que más amaba.¿Podía ser más irónico?Con los ojos enrojecidos, me incorporé y le di una fuerte bofetada, gritando: —¡Animal! Si ya te habías acostado con ella, ¿por qué querías casarte conmigo?Finalmente
Las pupilas sombrías de Miguel se iluminaron de repente, creyendo ver una esperanza.Adoptó una expresión pensativa y dijo: —Ya lo he estado pensando en el camino. Ahora, las familias Urquiza y Ruiz han anunciado oficialmente su alianza.—Si declaro públicamente que todo fue una farsa, probablemente perjudicaría los intereses de ambas familias, especialmente la mía.—Así que no me separaré de Ximena durante un año. Pero te conseguiré una casa con máxima privacidad.—Vivirás allí, y yo te visitaré siempre que tenga tiempo.—Cuando tome el control total de la empresa, cuando esta tormenta haya pasado, anunciaré a los medios mi divorcio de Ximena.—Entonces, podré casarme contigo abiertamente, con todos los honores.Al escuchar esto, antes de que pudiera responder, Carlos estalló de furia.Agarró a Miguel y bramó: —¡Maldito desgraciado! ¿Estás proponiendo que Sonia sea tu amante oculta?—¿Hiciste todo lo posible para quitármela y ahora es así como la tratas?En aquel entonces, Carlos y Mi
Último capítulo