Capítulo 9

Milagros abrió grandes los ojos cuando se enteró de que estaría en la casa sola, no sabía por cuánto tiempo. Pero era el suficiente para poder meditar una solución que la proclamara como ganadora en corto tiempo. Le dio una mirada al horizonte para recordar porque había elegido aquel lugar.

Bajó al piso inferior para perderse en lo que más amaba, su pintura. Tenía sus auriculares puestos por lo que no escuchó cuando Alan ingresó.

—¿Qué haces?

El pincel de la joven salpicó la pintura por el movimiento brusco de su mano al sobresaltarse cuando él le quitó los auriculares. Manchando el suelo, parte de su ropa y la camisa que traía puesta Alan.

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