Capítulo 7

Los hermanos Müller pasado el mediodía dejaron la casa. El mayor estaba demasiado alterado y no quería compartir techo con la pintora, así que su hermano decidió sacarlo del lugar para dar una vuelta y que el arquitecto se tranquilizara.

Milagros se encontraba en la mesa del comedor con un bol de ensalada colorida comiendo desanimada.

—¿Qué te sucede? —inquirió mientras masticaba un trozo de pescado.

—No puedo dejar de pensar —dijo angustiada.

—Pero Milagros, ya te dije que no te enrolles más con eso, debes dejarte fluir. —La tomó de la mano.

—No puedo Sara, simplemente no puedo. —Arrojó el tenedor sobre

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