Nikos se despertó sin resaca de mil demonios, hacia años que no bebia de esta manera siempre se controlaba y la bebida podia hacerle perder el control hasta el hombre mas senato. Nada mas de pensar en la razon por la cual tomo, el mal humor que siente se multiplica por mil, soñar con Leandra. . Como había señalado Leandra, él no bebía alcohol. Valoraba demasiado su autocontrol. El vicio era la perdición de un hombre. La necesidad de alcohol, drogas o sexo era responsable de gran parte de la maldad del mundo. Algo que él había vivido en un momento de su vida. Algo que había presenciado con detalle. Algo que había hecho lo posible por destruir.No permitía que el vicio le dominara. Ya no. Que la mjerque supuestamente seria su compañera en esta vida le hubiera abandonado no era razón para renunciar a eso. Pero sí que le hería el orgullo. No había imaginado que el orgullo pudiera ocupar un lugar tan importante en su vida, pero, al parecer, era así.Bajó las escaleras vestido solo con unos
–¿Por qué tienes que tener el control de esa manera ? –preguntó ella con la mirada llena de compasion, Lea siempre ha sido una chica demasiado gentil si conociera quien fue el en realidad no le miraría de esa forma. Ni su verdadero nombre sabia ella. El dia que su padre lo acogio en su casa el abandono todo lo relacionado con su antiguo yo, para transformarce en el hombre que era actualemente.–No sabes nada–respondió él mientras daba vueltas de un lado a otro, no queria recordar su pasado, no ahora ni mucho menos en el futuro es parte de su vida habia sido sepultada–. Esto sol es un contratiempo he superado cosas peores...Lea se quedó mirándolo y advirtió la tensión en su mandíbula y en el resto de su cuerpo. Veia que su flamante nuevo marido estab incomodo por la situacion, Alexandros era un maestro del control, pos todo lo que habia dicho no estab segura si el amaba a su hermana, podia ver que ella misma habia idialisado a Nikos como un principe azul y en realidad era un hombre
Aquellas palabras no le dolieron tanto como podrían haberlo hecho, porque se daba cuenta de que se debían al dolor que sentía. No a ella. –Tengo veintiseis años. No soy una niña. –No... no he tenido tiempo para acostumbrarme al nuevo plan. –Y el plan lo es todo, ¿verdad? –era algo que había aprendido de él en las últimas veinticuatro horas era que Nikos siempre estaba haciendo planes, era como si su vida girara en torno hacer planes, nunca hacía nada de forma expontanea –Sí, Leahndra Alexandros. El plan lo es todo –admitió él–. ¿Cómo vives tu vida sin un plan? –Sigue a tu corazón. A tus pasiones... –La pasión es el elemento más destructivo de la vida. –¿No sientes pasión? –La niego. –¿Ni siquiera por Reanna? –Por nada ni por nadie. La vida es más simple cuando sabes que esperar en casa situación. –Entonces la vida sería aburrida. Además Nikos pensé que la amabas. –¿Qué tiene eso que ver con la pasión? –preguntó –Todo. –En eso te equivocas, Leandra La pasión es egoísmo.
Nikos se quedó mirándola y vio que ella no le miraba a él, no realmente era como si ya no mostrará el interés solo atendía lo que estaba hablando con cortesía y educación. No como solía hacerlo antes, esto realmente lo confundía. ¿ Cuál era la Leandra real? ¿La fría mujer que tenía enfrente o la chica que le regalaba dulce cuando era una cria?. Normalmente, cuando la miraba, veía a la chica de ojos brillantes; ahora tenía otro aspecto ella era hermosa, no como la belleza clásica de su hermana sino a su manera. Claro que tenía que mirala bien para darte cuenta de esas pequeñas cosas que le hacían resaltar. Ahora mismo parecía algo cansada y hasta derrotada Nunca antes la había visto así, eso lo hacía sentir incómodo y frustrado. Leandra era una mujer con mucha energía, verla así no le gustaba ni un poquito. –Tendrás que estar lista a las seis a más tardar siete. –De acuerdo, no tendrás que esperar a las seis estaré lista–contestó ella sin apartar la mirada del ordenador. –Y tendrá
El día anterior la había abrazado y besado, pero entonces solo quería marcharse de la boda antes de que empezaran las preguntas, y no se había parado a pensar en lo agradables que resultaban esos labios o las curvas de su cuerpo. De pronto, era lo único en lo que podía pensar.Se suponía que el matrimonio debía hacer que todo fuera más fácil, pero, hasta el momento, estaba complicándolo todo más. Le hacía sentir que estaba retrocediendo. Regresando al lugar en el que había empezado. Volviendo a ser el hombre que había sido antes. Volviendo al infierno.Cerró los ojos por un momento y bloqueó los recuerdos. Deslizó los dedos suavemente por su cintura mientras entraban en el hotel. Estaba acostumbrado a ir a sitios así con Reanna, con el brazo alrededor de su cintura. Pero Leandra era diferente, sus caderas eran más anchas que las de su hermana, algo así le resultaba interesante. Bajó la mano ligeramente y acarició la curva de su cadera. Sí, muy interesante.–¿Es necesario que hagas eso
Nikos maldijo a los medios de comunicación a la mañana siguiente. De no haber sido por ellos, podría haber escapado de su esposa durante un tiempo, dado que tenía negocios que requerían su presencia en las oficinas centrales de Nueva York. Pero los medios se lo impidieron. Aunque en realidad no fueron solo los medios. Los empleados de la empresa habrían echado de menos a Leandra si se presentaba allí sin ella, teniendo en cuenta que acababa de casarse con la heredera.Sí, estaba atrapado. Necesitaba distancia para recuperar el control sobre sí mismo. Entró en el estudio y encontró a Leandra sentada en el sofá frente al portátil y un regaliz rojo colgando de sus labios. Aquella combinación de elementos le hizo recordar la noche anterior. Sucelebro solo habia podido procesar parte de la imagen que ella, todo lo que podia pensar era Dulce mas Rojo Labios igual a beso, Dios Bendito que le ocurria hacia años que habia aprendido que debia controlarse y no dejarse llevar por sus deseos. Esa
Leandra apartó la mirada y levantó la mano para apretarse la coleta. Después se mordió el labio inferior y él recordó haber hecho lo mismo la noche anterior. Nikos sintió la tensión en el estómago y en la ingle. Lo único que podía hacer era mirarla y concentrarse en el calor que invadía todo su cuerpo. –Te lo daré todo –añadió lentamente–, porque eres mi esposa. Y nadie más que tú ocupa ese puesto. Ni ahora ni nunca. No importa cómo haya empezado esto. –Gracias, Nikos –contestó ella con tristeza en la mirada. Él deseaba ofrecerle más. Ofrecerle consuelo. El problema era que él era la última persona en el mundo a la que debiera permitírsele ofrecer consuelo. O ternura. Porque, si alguna vez bajaba las barreras, la oscuridad comenzaría a invadirlo todo. Normalmente, regresar alaCoorporacion era como regresar a casa. Pero Leandra no se sintió como en casa al entrar en el recibidor de mármol. Estaba igual, pero todo había cambiado. Su padre no estaba allí. Estaba en Rodas. Y, aunque no
Jose Koars le había acogido y le había mostrado que había otra forma de vivir, otra manera de actuar. Se sentó frente al escritorio y, de pronto, se dio cuenta de por qué le parecía tan vacío. Un curioso recuerdo del pasado que, ahora, parecía muy vívido. Leandra no le había dejado ningún dulce. Los días en Nueva York fueron básicamente tristes, firma de contratos y interminables reuniones. Leandra lo evitó todo lo que pudo, las pocas veces que estuvieron juntos fue porque era inevitable y siempre habían más personas en la habitación. El resto del tiempo ella lo pasó en la sucursal de su tienda o en su laboratorio, experimentando con los sabores, ella siempre estaba ocupada o tenía algo que hacer, eran simples excusas pero eran validas pues no habia manera de refutar sus argumentos. Leandra no solía dedicarle mucho tiempo a la creación de nuevos productos, no en ese punto de su carrera. Ella había formado equipos altamente calificado en cada uno de sus laboratorios, pero, cuando es