El grupo se encontraba en la entrada del salón, con el espejo ya grabado en sus mentes. La piedra brillante vista en el reflejo parecía ser la llave para completar el sello roto en el sótano. Sin embargo, el lago, oscuro y amenazante, representaba una prueba que ninguno de ellos parecía estar dispuesto a enfrentar.
Lucas respiró profundamente, apretando la lámpara de aceite entre sus dedos. — Si esta piedra está en el lago, entonces debemos recuperarla. No importa lo que implique. Es nuestra única oportunidad de salir de aquí.
Alice cruzó los brazos, con la mirada sombría. — ¿De verdad crees que podemos ir simplemente allá y tomar esa piedra? Has visto lo que sucede cerca del lago, Lucas. Esa... cosa. Está allí. Y nos está esperando.
Mathias, con voz calma pero tensa, murmuró: — Quizás no solo quiere impedirnos recuperar la piedra. Quizás quiere que fracasemos. Porque si fracasamos... entonces ella quedará libre.
Mélanie, aún encorvada junto al sofá, sacudió la cabeza violentamente. —