Neferet no es cantante ni actriz, pero eso no es impedimento para que ande de boca en boca tal cual celebridad. Desde que la noticia de su ruptura con su pareja de cinco años salió a la luz ha sido el blanco de críticas y habladurías. Puesto que, a sus veintiocho años no se ha casado ni ha tenido hijos y este rompimiento para muchos significa soltería de por vida. Cuando las olas parecen estar tranquilas y deja de ser el centro de atención, nuevamente la marea la arrastra y la hunde al estar involucrada amorosamente con un chico siete años menor que ella.
Leer más—Quizás sea así —respondí con un semblante neutro. Todos se miraron entre sorprendidos y alarmados, vaya espectáculo. ¿En serio creerán eso?Había pasado varios segundos en donde nadie se atrevió a decir nada, ciertamente solo les estoy tomando el pelo. Pero viendo sus rostros puedo dar por hecho que se lo creyeron, hasta María, quien es la que sabe absolutamente casi todo sobre mi vida.—Bueno, eso es una sorpresa en realidad... —John fue el primero en romper la línea de silencio en la que nos vimos confinados—, pero te felicito, Neferet.—Sí, muchas felicidades, Neferet —le siguió Josefina después los otros y así sucesivamente.La única que no pronuncio palabra fue María y cuando el proceso de felicitaciones culminó ella prosiguió a decir calmada:—No, debe ser broma.Todos me miraron esperando que la contradiga, guarde silencio. Nunca fui buena haciendo bromas, está no es la excepción. Ahora no sé como salir de ella.—Estás bromeando, ¿cierto? —me preguntó directamente.—¿Tú qué pi
—Mamá, ya detente, no voy a dejarlos en la calle —señalé sin desviar mi atención del archivo P*F en formato Word que se mostraba en la pantalla de mi laptop.—¡Neferet, mírame cuando te hablo!Abro mi boca en una aspiración profunda para posteriormente sin querer faltarle al respeto, dar la vuelta encima de mi cómoda silla giratoria y fijar mis ojos en ella mientras sonrió de boca cerrada.—La escucho, señora.Un mohín fastidioso abordó sus labios y su voz, que mayormente es blanda, portaba un aire demandante y como es predecible molesto.—Son nuestra familia, no puedes hacer esto. Además no tienen a donde ir.Me aclaré la garganta y me di unos minutos en los cuales volví mi cuerpo nuevamente hacia el aparato postrado en la tabla anclada en la pared, que convertí en un escritorio, y me di la tarea de guardar el archivo para no correr con la mala suerte de que se pierda. Proseguí a apagar la computadora y darle frente.—Madre, Juana ni sus hijos me consideraron ni un poco cuando estuve
Sorprendentemente no me moví ni protesté cuando consciente de sus acciones dio un paso hacia mí. —¿Qué planeas hacer? —inquirí en un tono neutro, no respondió—, ¿besarme? —¿Si así fuera... —empezó despacio, relamió sus labios—, te apartarías? Sus ojos penetraron en mi mirar, intensos, exigentes. No fui capaz de responder. Mi pecho hormigueo. Entreabrí mis labios, cuando el chico, siete años menor, se aproximó a una distancia más corta. Tomando mi silencio como una respuesta, una de la que ni siquiera yo estaba segura. Un suspiro cargado de pesadez me abandono y mi cuerpo se estremeció ansioso, y por un breve instante lo imagine. Su toque, la caricia que sus labios podían proporcionarme me estaba carcomiendo, pero había otra parte: la racional, aquella que me gritaba lo incorrecto de esto, pese a ello me mantuve inmóvil con los ojos bien abiertos en espera de que finalmente no haya distancia alguna entre nosotros.En un movimiento un poco más atrevido Thiago hizo que sus labios ro
Aspiro el humo del cigarrillo, que apenas va por la mitad por última vez antes de que el pitido que hace el camión de cargas, al dar reversa, me obligué a dejarlo caer a mis pies y también ocasione que pierda de vista la anatomía delgada del chico pelinegro, que trae las últimas cajas faltantes al exterior de la casa, en donde no viviré más desde hoy.—¡Alto! —bramo, mientras rápidamente le doy dos pisadas violentas al malboro en el suelo y me aproximo hacia aquel furgón.Este está a solo unos centímetros de golpear un carro y lo último que necesito en este momento es tener que pagar los daños de este incidente, que queda por mi cuenta, ya que ese camión lo traje para transportar mis pertenencias hacia mi nueva vivienda.El susto y el enojo se extiende hasta mi pecho y se revela con agudeza en mi garganta, pero este se va tan rápido como llega cuando el desastre que cree en mi mente no se lleva a cabo. Un hombre que no había visto hasta ahora se hace presente en mi campo de visión y co
—Entonces es así...Asiento cabizbaja y siento mi pecho apretarse por la sensación de desagrado que me provoca darle esta noticia a mi madre. Mi único propósito para traerla hasta Tarín era para proporcionarle una vida de lujos, una que nunca fuimos capaces de tener hasta hace varios años, que para mí se igualaron a nada; comodidades que me costó tanto tiempo conseguir para luego perder todo más rápido de lo que tarda una hoja que vuela al viento derrumbarse cuando la brisa cae.—Tengo buenos ahorros, nos ayudarán, sí... —digo con la voz apagada y aún con mi mirada en el suelo—, pero siendo sincera no nos serán suficientes y el trabajo que tengo ahora me está agotando, m-mi cuerpo cada día duele más por el esfuerzo y siento que no podré aguantar mucho, mamá.Sorbo mi nariz y carraspeo intentando espantar el dolor rasposo que poseyó a mi garganta al verme conteniendo las ganas de llorar.—Neferet.Siento como el calor de su cuerpo me arropa en un abrazo profundo y embriagador, ella se e
La máquina que se tragó mi tarjeta de crédito hace un ruido fuerte antes de presentarme en la pantalla varias opciones. Esquivo la opción de retirar y presiono el botón de abajo que me indica en una oración si quiero obtener el balance que poseo en mi cuenta de ahorro.En unos segundos tengo un papel diminuto sobresaliendo de la maquina con la suma del monto y un suspiro aliviado se escapa de mis labios cuando verifico su contenido.—Tengo más de lo que pensé. Las comisuras de mis labios se elevan en satisfacción, pero rápidamente la deshago y me apresuro en sacar la tarjeta de la máquina, cuando el pitido persistente me indica que debo hacerlo. Coloco el recibo en mi bolso y me dispongo a salir.—Eso fue rápido.Thiago dice a una breve distancia y mis ojos recaen en él.Empiezo a caminar con pasos cortos hacia él y una genuina sonrisa de su parte es lo que me recibe al situarme a su lado.—Sí —respondo.—Podemos irnos entonces —dice en modo de pregunta, pese a que fue una afirmación
—Si quieres puedo acompañarte a casa —mi futuro joven jefe lanza esa proposición en mi dirección, una vez el restaurante se encontró cerrado y solo Patrick, él y yo todavía nos encontramos allí.—No te preocupes, ella irá conmigo.Abro los ojos leves, cuando siento la tensión instalarse en el lugar. Paseo sutilmente mis ojos sobre el chico pelinegro para después posar mi mirada en mi compañero de trabajo, quien pronunció aquellas palabras en un tono mordaz y un tanto posesivo.—No se preocupen, iré sola.El aire fastidiado en mi entonación nunca fue un secreto, por ello relució con naturalidad. Hace rato, este amable joven ocupo mi lugar y sirvió platos como todo un experto, lo que agradezco, pero no necesito esto. Un enfrentamiento innecesario.—Es peligroso —dice Patrick y mi frente se arruga en genuina confusión.—Bien... entonces vamos —manifesté y le di entrada a lo que sea que este cursando por su mente, este se sitúo a mi lado y me indicó con sus manos que caminará, pero antes d
—Sí, ese es mi nombre —espeto y rompo un silencio agobiante, pero para peor, ya que nos sumergimos en un ambiente incluso más denso y abrumador—. ¿Qué haces aquí?, espero que sea una casualidad porque de lo contrario tendré que demandarte por acoso. Una sonrisa se asoma en su rostro.—Para nada, esto —apunta a manos abiertas el lugar en donde estamos y yo retrocedo junto a María recelosa—. No es una casualidad en absoluto. Un escalofrío se hizo sentir por todo mi cuerpo y no, no porque sus palabras me hayan hecho estremecer de encanto, sino que el miedo se proyectó de esa manera. —Vámonos, Neferet. Este de seguro es un acosador. Se le nota en la cara —María se apoya de mi brazo y me susurra al oído para que solo yo sea capaz de escucharla o eso es lo que creyó, puesto que estoy segura de que este sujeto la escucho a la perfección.—Sí, entremos. Tenemos que comer algo para luego irnos... —manifiesto lo bastante alto para él sea capaz de escuchar, el miedo de que sepa que trabajo aqu