—Pues a tus órdenes, amigo —musitó Phillip con una sonrisa ladeada. Ambos tomamos distancia el uno del otro y su brazo dejó el contacto con mi cuerpo, lo cual me hizo sentir extrañamente vacía.
Por un par de segundos me sentí terriblemente culpable por estar disfrutando de mi pequeña conversación con este chico guapo. Sentía que aún no había pasado el tiempo suficiente de luto por Rick como para ya estar interactuando con otros hombres, pero luego alejé esas ideas de mi cabeza.
No estaba haciendo nada malo, no tenía por qué sentirme culpable.
Jack extendió su mano hacia mí y la tomé para ponerme de pie, lanzando una mirada de soslayo al ojiazul.
—Nos vemos, Phillip —dije con una sonrisa amable.
Él me guiñó un ojo y asintió con la cabeza.
—No dudes que así será, Francisca —espetó.
Mi estómago volvió a convertirse en un revoltijo de sensaciones, que decidí ignorar mientras caminaba junto a mi mejor amigo, quien no dejaba de sonreír con burla, pero sin decirme nada.
—Ay, ya dilo de una