—Oh... hola, Phillip —lo saludé con un beso en la mejilla. Él me miró con una alegría genuina, pero pronto un silencio nos envolvió y el ambiente comenzaba a ponerse incómodo—. Voy a ir a mi habitación, luego nos vemos —murmuré, y me giré para subir las escaleras, pero él sostuvo suavemente mi brazo para detenerme.
—Espera. Quiero decirte algo —me giré de nuevo y noté su nerviosismo—. Feliz cumpleaños.
Bajó la mirada, avergonzada, pues aún no lograba acostumbrarme a la atención que este chico ponía sobre mi persona.
—Muchas gracias… —le sonreí, y entonces él levantó la mirada para encontrar mis ojos.
Y en ese instante, olvidé cómo respirar.
Estaba dejando de hacerlo. Si seguía así, iba a empezar a sospechar que estaba practicando magia negra conmigo.
—No sabía si te gustaría verme aquí esta noche, pero mi hermana insistió en que venga a saludarte, y como nunca concretamos una salida juntos… —vaciló—. La verdad, llegué a pensar que me estabas evitando.
—No, no te estaba evitando —mu