Jack era estudiante de Derecho y, por cierto, era uno de los mejores de su clase. Siempre fue extrovertido, simpático y con una facilidad natural para hacer amigos. Por eso, cuando entramos a la universidad, no sorprendió a nadie que comenzara a formar lazos desde el primer día. Gracias a él, terminé siendo parte de su grupo de compañeros, con quienes también logré formar buenas amistades. Todo eso cambió cuando conocí a Rick. Poco a poco fui dejando de lado a esas personas solo para darle en el gusto a mi actual ex novio.
Yo estudiaba Administración de empresas, y aunque mi carrera no tenía nada que ver con la de Jack, sus compañeros se habían transformado en grandes amigos para mí en estos años de Universidad.
Volví al presente cuando nos bajamos del taxi y noté que nos encontrábamos frente a uno de los locales nocturnos más conocidos de Madrid. Estar ahí me provocó una mezcla extraña de emociones. Hacía tanto tiempo que no venía a este tipo de lugares que me parecía irreal estar de vuelta.
Al entrar lo primero que vi fue a Katherine y Demian sentados en la barra. Eran compañeros de carrera y amigos de Jack. Sus risas se escuchaban por sobre la música, y al verlos, una punzada de nostalgia se instaló en mi pecho. Recordé lo bien que lo pasábamos todos juntos, lo mucho que me reía con ellos, y también recordé que había sido yo quien se alejó sin dar explicaciones.
¿Cómo se suponía que iba a mirarlos a la cara ahora? Sabía que debía enfrentarme a eso en algún momento, pero no esperaba que fuera tan pronto. Y lo cierto es que, aunque me gustara engañarme, la razón por la que me alejé tenía nombre y apellido: Rick Huston.
Mil excusas comenzaron a cruzar por mi mente, pero ninguna me servía realmente. Ninguna justificaba cómo me dejé arrastrar tanto por una relación que me apagó completamente.
—Jack, dime que no me trajiste para encontrarme con tus amigos de la universidad… que es solo una coincidencia que Katherine y Demian estén justo aquí —le susurré, señalándolos con la cabeza, aunque la situación hablaba por sí sola.
—Si te lo decía, ¿habrías venido? —preguntó con una sonrisa, claramente divertido por mi reacción. No necesitaba responderle, pues la expresión en mi rostro ya lo hacía por mí.
—¡Sabes que no! —me crucé de brazos, avergonzada—. No puedo quedarme, no sé con qué cara saludarlos —me di media vuelta, lista para huir de aquella situación.
Jack se apresuró y me sujetó del brazo con suavidad, deteniéndome. Justo en ese momento, al voltearme hacia mi mejor amigo, una voz familiar nos interrumpió.
—¿Francisca? —Isidora se acercó con una sonrisa grande y sorprendida al verme—. ¿Qué haces aquí? ¡Hace cuánto no nos veíamos!
Su rostro no me indicaba hostilidad, más bien, parecía a gusto con mi presencia. Aún así, yo me sentía como pez fuera del agua.
—Isidora… qué gusto verte —le respondí con una sonrisa incómoda, pero intentando no demostrarlo—. ¿Cómo estás?
Ella miró a Jack, luego a mí, y finalmente se encogió de hombros.
—Bien… —susurró—. Vine a tomar algo antes de que empiece la semana —me guiñó un ojo. Su actitud relajada me tranquilizó un poco.
Siempre me llevé bien con Isidora. Incluso cuando ella salía con Jack, nunca fue celosa ni distante. Al contrario, fue siempre muy amable conmigo. Y aunque su relación con Jack no funcionó, ella siguió siendo parte del grupo. Además, era la hermana menor de Katherine, así que su presencia en los encuentros era habitual y para nada incómoda.
Muchas veces me cuestionaba por qué Rick no podía actuar cómo Isidora, por qué no podía ver mi relación con Jack como lo que era: una linda amistad.
—Me alegra verte, Isi, pero justo estaba pensando en irme a casa… —murmuré, con cierta incomodidad. Jack negó con la cabeza y le lanzó una mirada a Isidora, quien no dudó en tomarme de la mano y arrastrarme con ella.
—Nada de irse a casa, acompáñanos un rato —dijo, mientras caminábamos hacia una de las mesas del local—. Tenemos que aprovechar este reencuentro.
No puse resistencia, pues sabía que en el fondo ya había decidido quedarme.
—Estoy segura de que todos se sorprenderán al verte —comentó con entusiasmo mientras avanzábamos en medio de las mesas del local.
Al llegar a la mesa donde Isidora tenía su cartera, noté a un chico sentado que no conocía. La mesa estaba en un rincón levemente más tranquilo del bar, parcialmente iluminada por la luz cálida de una lámpara colgante que tintineaba con el movimiento del techo. El murmullo de las conversaciones se mezclaba con la música, que salía de los parlantes empotrados en los muros de ladrillo visto. Sonaba un remix suave de los Arctic Monkeys y el aire olía a cerveza y un toque dulzón de algún cóctel tropical. Jack se acomodó al lado del chico desconocido y me lanzó una sonrisa divertida y triunfante, como si celebrara en silencio que había logrado convencerme de quedarme más tiempo del que yo misma planeaba.
—Francisca, te presento a Ignacio —dijo Isidora con una sonrisa, señalando al chico—. Desde hace un tiempo es nuevo en el grupo. Es compañero de Demian en el trabajo. Un día él lo trajo con nosotros y luego nunca más se fue —explicó, haciendo un gesto gracioso con los labios que hizo reír a carcajadas a Jack.
—Hola, Ignacio... —saludé tímidamente, levantando la mano en un gesto torpe. El chico era bastante guapo, para ser sincera. Tenía los ojos de un verde profundo, como el de las hojas después de la lluvia, y el cabello cobrizo, desordenado pero con cierto encanto natural. Lo que más llamaba la atención en su rostro eran las pecas que decoraban su nariz recta, dándole un aire juvenil y simpático.
—Hola, Francisca. ¿Quieres algo para tomar? Justo iba a ir por una cerveza —se ofreció con amabilidad. Sentí mis mejillas arder por la vergüenza, como si hubiese olvidado por completo cómo se hablaba con los hombres.
—Bueno, creo que no me vendría mal una cerveza —le sonreí en respuesta, agradeciendo con la mirada mientras él se levantaba y caminaba hacia la barra, entre el ir y venir de los mozos y los destellos de las luces de neón que decoraban las paredes.
Isidora me miró con picardía. Le di un pequeño golpe en el hombro, y ambas reímos. Ella me indicó con la mano que me sentara, así que me acomodé entre ella y Jack, en un banco tapizado de cuero desgastado.
—¿Qué ha sido de ti en todo este tiempo? Te extrañamos tanto en el grupo… —dijo Isidora con un tono suave, casi melancólico, que me hizo apretar los labios con culpa.
—Yo también los extrañé… —respondí bajito—, pero tú sabes que no soy la mejor tomando decisiones. Dejarlos de lado por Rick fue... probablemente la peor que he tomado —bajé la mirada hacia la mesa, evitando ver el reflejo de mi arrepentimiento en los ojos de Isidora.
—Tranquila, lo tenemos claro y te entendemos. ¿Quién quiere tener problemas con su pareja? Nadie en su sano juicio —respondió con un tono liviano, como queriendo quitarle peso al asunto.
Jack, al otro lado, levantó el pulgar como quien dice “todo está bien”. Ese pequeño gesto me bastó para respirar con más tranquilidad. Con sus palabras, sentí que me estaban aceptando nuevamente. Me dispuse a relajarme y dejar atrás el nudo que me apretaba el estómago desde que entré al bar. Me iluminé por dentro y, sin pensarlo mucho, solté un comentario.
—Por cierto, tengo una duda… —dije en voz alta, con una sonrisa traviesa. Isidora alzó una ceja, esperando mis palabras—. ¿No han pensado en darse otra oportunidad? —pregunté con malicia. Ambos se pusieron nerviosos y comenzaron a tartamudear. La escena era tan graciosa que solté una carcajada y ellos terminaron riéndose también, aliviando la tensión.
—Veo que aún guardas ese sentido del humor tan característico, Fran —Isidora me guiñó un ojo y me dio un empujón amistoso.
—Gracias a Dios te libraste de Rick y has vuelto a ser tú —Jack me guiñó también. Disimulé bien para que no se notara cuánto me dolían esas palabras, porque aunque sabía que Rick no era lo mejor para mí, la costumbre me ganaba. Aun así, decidí ignorarlo. Una nueva Francisca estaba renaciendo y no quería pensar más en mi ex.
—Aquí tienes, Fran... ¿De qué se ríen? —preguntó Ignacio al regresar. Se sentó frente a mí y me extendió una lata fría de cerveza, que recibí con una sonrisa tímida. Murmuré un "gracias" casi imperceptible.
—Solo nos ponemos al día —dijo Isidora, restándole importancia. Abrí la lata y le di un gran sorbo.
Habían pasado meses en que no probaba una sola gota de alcohol, pues Rick siempre había dicho que eso no era para señoritas. Ahora, al hacerlo, me sentía libre, incluso rebelde. Deseaba que él supiera lo que estaba haciendo, solo para fastidiarlo.
Jack iba a añadir algo más a la conversación, pero se interrumpió con una sonrisa extraña, como si hubiese visto un fantasma amigable. Lo imité con la mirada y, al girar la cabeza, vi cómo Katherine y Demian se acercaban entre la gente, abriéndose paso entre las mesas altas y los cuerpos danzantes. La luz parpadeó justo cuando Katherine me vio y en cuestión de segundos, se lanzó hacia mí para abrazarme con fuerza.
El resto del bar se desvaneció por un instante ante el reencuentro con aquella chica, a la que le tenía tanto cariño.
—¿Esto es real? —chilló Katherine, abrazándome tan fuerte que apenas podía respirar. De pronto, alguien la apartó con brusquedad, y fue Demian quien se lanzó a darme un fuerte abrazo.
—Amiga, ¡Qué gusto que estés aquí! —me dijo sonriendo.
—Yo también los extrañé —susurré, un poco tímida, pero feliz al volver a verlos a ambos.
Después de los abrazos, Kat y Demian se sentaron con nosotros. Las charlas fluyeron con naturalidad, entre risas, anécdotas y miradas cómplices. Esto era irreal. Ninguno me juzgó, y más bien, parecía que nunca me hubiese ido.
Demian y Katherine seguían juntos, algo que no me sorprendía. Llevaban cinco años siendo la pareja más perfecta que conocía. Verlos tan enamorados me hizo sentir una punzada de nostalgia por lo que alguna vez fui con Rick, pero también me alegraba por ellos. Su amor era sincero, y eso era hermoso de ver.
En cambio, entre Jack e Isidora, se notaba la distancia. Sabía que él no tenía interés en revivir lo que hubo entre ambos, pero algo en la mirada de Isidora, ese brillo cuando él hablaba o se reía, me decía que ella aún no cerraba esa puerta. Aun así, su relación era más fraternal ahora. Jack siempre decía que no quería estar en una relación por el momento, pero cada vez que alguien bromeaba con el tema, ambos se ponían nerviosos.
Tal vez en un futuro podrían volver a darse una oportunidad, o tal vez, ambos no eran compatibles en ese sentido.
—Son unos pesados —Jack le sacó la lengua a Demian, evadiendo una de las bromas que le habían lanzado.
—Yo creo que sí hacen una linda pareja —dijo Ignacio, señalando con su dedo índice a Jack e Isidora.
—¿Qué dices? ¡Si tú no nos conociste juntos! —respondió Isidora, riendo.
—Pero la química es innegable —aseguró—. Te lo dice un futuro psicólogo, que puede leer el lenguaje corporal —les guiñó un ojo.
—¿Puedes leerme el futuro? —pregunto Kat esperanzada.
—Dije psicólogo, no vidente, listilla —Ignacio rodó los ojos con fastidio, sacándonos una carcajada a todos.
—Fran, ¿te parece que volvamos a reunirnos la próxima semana? —preguntó Demian en un momento. Todos me miraron, como si mi respuesta tuviera un peso especial, entonces sonreí y asentí con la cabeza.
—Sí, por supuesto —dije. Sus rostros se iluminaron y eso fue como una curita para mi magullado corazón.
—Creo que ya es muy tarde, ¿me llevas a casa? —le dijo Katherine a Demian. Él aceptó y ambos se despidieron para luego marcharse.
Poco después, Jack se ofreció a llevarme en su auto. Acepté, y nos despedimos de Ignacio e Isidora, quienes decidieron quedarse un rato más.
El camino a casa fue tranquilo. No hablamos, pero el silencio no era incómodo; era cálido. Al llegar a casa, Jack me miró con una sonrisa y me abrazó como no lo hacía desde hace años, como si quisiera pegar todas las piezas rotas de mi corazón.
—Te extrañé, Fran... —murmuró.
—Nos vimos la semana pasada, tonto —bromeé, aunque sabía que se refería a algo mucho más profundo y no a algo de tiempo.
Era diferente salir a escondidas que estar juntos en el bar, con nuestro grupo de amigos, siendo libres y sin sentir que estábamos haciendo algo malo.
—Por cierto, gracias por hacerme abrir los ojos. Me estaba perdiendo mucho por alejarme de todos —me alejé un poco y le sonreí con dulzura.
—¿Nos veremos la próxima semana? —preguntó. Noté la duda en su mirada y eso me dolió, pero no se lo demostré, en cambio asentí con una sonrisa en los labios.
—Claro que sí —besé su mejilla y luego de despedirnos me bajé del auto. Al entrar a casa, suspiré con pesar. Me sentía miserable por haber perdido tanto tiempo de calidad con mis amigos, por haber cedido a las manipulaciones de Rick, pero también me sentía agradecida, pues la vida me estaba dando una segunda oportunidad para remediar mis errores, y no pensaba desaprovecharla.