Capítulo 93
—Abogado Campos, ¿acaso tiene fiebre? —preguntó Luciana, genuinamente desconcertada por su inexplicable enojo. Si no fuera por una fiebre que le hubiera afectado el cerebro, ¿cómo podría decir cosas tan absurdas? Cualquiera pensaría que eran pareja y que estaba celoso porque otros hombres la pretendían.

Sebastián suspiró con resignación. —¿De qué estás hablando?

—Nada, nada —se apresuró a responder Luciana con humildad, intentando salvar su trabajo—, solo me preocupo por su salud.

Sebastián la miró con intensidad enigmática. A pesar de que no tenía intención de despedirla, se buscó una excusa digna. —Por consideración a Manolo, te daré otra oportunidad.

—Le agradezco mucho —respondió Luciana asintiendo repetidamente—. Me esforzaré al máximo y le aseguro que algo así no volverá a ocurrir.

—Puedes retirarte —la despidió con un gesto.

Cuando Luciana llegaba a la puerta, Sebastián la detuvo. —Espera.

Ella se volvió con una sonrisa complaciente. —¿Sí, Abogado Campos?

—¿Te gusta el hombre qu
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