Había logrado salir valientemente del abismo, dándose una oportunidad para vivir de nuevo. ¿Cómo podría dar marcha atrás?
—Alejandro, separémonos en buenos términos —dijo con calma, sin emociones extremas.
Si ella hubiera mostrado agitación, reproches u odio, quizás habría alguna posibilidad de reconciliación. Pero su calma evidenciaba que su corazón ya estaba muerto y que no albergaba ninguna esperanza hacia él.
Alejandro retrocedió tambaleándose, casi cayendo. Tuvo que apoyarse en la pared para mantener el equilibrio.
—Una vez dijiste que me amarías toda la vida, no puedes faltar a tu palabra...
—Tú también dijiste una vez que me amabas, que confiabas en mí, que me atesorabas y me protegerías. Sin embargo, me lastimaste, me engañaste, me mentiste. En cuatro años de matrimonio, puedo jurar que nunca hice nada para traicionarte. Si alguna vez hice algo para lastimarte o traicionar nuestro matrimonio, que me parta un rayo. ¿Te atreverías a hacer el mismo juramento? ¿Nunca me traicionast