—Entonces, no la quieres, ¿verdad?
Alejandro contestó, seco:
—No la quiero.
María sonrió.
Vanessa, que normalmente se veía pura y bonita, se llenó de rabia al escuchar eso.
Si no fuera porque todavía no había perdido la cordura por completo, seguro ya habría saltado encima de ella.
Vanessa sabía que solo tenía chance si seguía escondida; si se mostraba ante esa mujer, no iba a sacar nada bueno.
Ella tenía muy claro hasta dónde podía llegar y dónde no.
Sabía bien qué hacer para salir ganando.
La fiesta de compromiso no fue perfecta por culpa de Vanessa, pero al menos se terminó.
María se cambió de ropa y salió a pasarla bien con Alejandro, Ricardo y Joaquín.
Se divirtieron un montón, y por un rato, María pudo olvidarse de todo lo que pasó en la fiesta.
Mientras Luciana trabajaba, vio que le llegó un correo nuevo. Pensó que era algo del trabajo, pero al abrirlo, vio que era de Vanessa.
Vanessa no escribió mucho, solo que quería verla.
Luciana lo borró enseguida.
No tenía nada que hablar