—¿Y eso qué significa exactamente...? —empezó a hablar Alejandro.
—Dime algo, abogado Morales, si tu esposa te traicionara, ¿no estarías furioso? —Luciana lo interrumpió de inmediato, sin dejarle oportunidad de seguir.
Alejandro se quedó mirando fijamente a Luciana, feroz e incisiva. Por un instante, quedó desconcertado.
Aunque en este caso su cliente era la víctima, el modo en que Luciana desviaba el enfoque con su retórica inteligente había dejado el caso en una especie de punto muerto.
Pero eso no era lo que más le importaba a Alejandro.
Él había tomado este caso únicamente por despecho, para enfrentarse a Luciana.
Quería demostrarle que no podía ganar.
Quería hacerle ver que después de tantos años como ama de casa, ya no tenía lugar en el mundo de la abogacía.
Quería que entendiera lo difícil que era el trabajo y que, así, volviera a su lado.
Quería que se diera cuenta de que la vida despreocupada que tenía con él era, en realidad, una enorme bendición.
Pero parecía que estaba equi