Desde el principio, Alejandro aceptó ser el abogado de la víctima en este caso únicamente por Luciana.
Y ahora, parecía que había logrado su objetivo.
Luciana cedió. Por fin, ella volvía a mirarlo.
Le lanzó una mirada desafiante hacia Sebastián, que estaba en el banquillo de los observadores, como si dijera: “Tú siempre serás el segundo, jamás estarás por encima de mí.”
Luciana echó un vistazo a Alejandro, solo para descubrir que él estaba mirando hacia el público.
Siguió su mirada y notó que estaba viendo a Sebastián.
Un sutil recelo se le notó en los ojos.
El juez golpeó con el mazo.
—Que el demandante exponga su declaración —ordenó.
Alejandro quitó la vista y se paró. Su postura derecha imponía. Podía ser un tipo de cuidado, pero como hombre, tenía un físico envidiable, buen tipo y una cara demasiado atractiva.
Alejandro miró a otro lado y se puso de pie. Su postura derecha imponía. Podía ser una pésima persona, pero como hombre, tenía un físico envidiable y unos rasgos faciales sum