Luciana le lanzó una mirada fulminante a Daniela, pensando: “Otra vez me haces quedar mal delante del abogado Campos...”
A Daniela no le importó la mirada y siguió sonriendo con descaro.
—¡Ay! ¿Sabes cuánto tiempo te estuve esperando? Si te tardabas un poquito más, ¡ya ni siquiera iba a ser el día de tu cumpleaños!
Mientras hablaba, tomó a Luciana del brazo y la llevó a un lado.
Le susurró:
—¿Por qué trajiste a Sebastián?
¿Con un hombre presente, cómo iban a desatarse en la fiesta como planeaban?
Luciana puso cara de inocente.
—Fue él el que quiso venir. Es mi jefe, ¿cómo podía decirle que no? Además, aún no estoy fija en el despacho. Si quiero que me asignen casos para practicar, todo depende de él.
Daniela respondió con sarcasmo.
—¿Y si te pide acostarte con él también vas a aceptar?
Luciana le tapó la boca de inmediato.
—¡Lo que te pido yo a ti es que no digas bobadas que no son!
Daniela respondió, con una sonrisa traviesa.
—¿Y qué tiene de malo...?
Pero antes de que terminara, Luci