Luciana no tenía fuerzas para discutir con él, y con voz débil, dijo:
—Déjalo así.
Sebastián le lanzó una mirada de desprecio a Andrés, se inclinó un poco y alzó a Luciana, dándose vuelta para entrar al edificio.
Andrés se quedó parado, sin moverse, como si le hubieran partido el corazón.
Pensaba que sin Alejandro de por medio, solo era cuestión de tiempo para estar con Luciana. Pero ahora aparecía Sebastián, un abogado reconocido, con dinero y hasta más presencia que Alejandro.
Andrés cerró los puños. Sentía una amenaza fuerte.
Ya la había perdido antes. Esta vez, sin importar qué hiciera, ¡no dejaría que se le escapara!
Vio cómo Sebastián se alejaba con ella en brazos y sintió que se le clavaba una decisión en el pecho: esta vez, Luciana sería suya. ¡No iba a permitir que nadie se interpusiera!
***
Sebastián subió por el ascensor con Luciana hasta la puerta de su departamento.
—Las llaves están en el bolsillo —dijo ella, sin fuerzas.
Él la bajó con cuidado, metió la mano en su abrigo