Una palangana llena de agua cayó sobre Alejandro.

Se mojó por completo: el cabello, la bata del hospital, las sábanas.

Luciana no se contuvo y también le tiró la palangana vacía.

—¡Alejandro! ¿¡Cuándo vas a madurar!?

¿Cómo puede Alejandro ser tan repugnante? Él la lastimó antes, no fue leal a Vanessa y ahora no es lo suficientemente leal a María.

Lo que más le dolía no era María. Era su forma de ser: indiferente, egoísta, como si no le importaran los sentimientos de nadie.

¿Para él las mujeres eran solo un juego?

Haberse enamorado alguna vez de alguien así... le daba vergüenza.

Alejandro alzó la mirada despacio.

El agua goteaba de su pelo mojado, desordenado. Él la miraba sin apartar la vista.

—Luciana...

María seguía impactada, pero por fin reaccionó.

—¡¿Estás loca?! ¡Alejandro está herido! ¡Y tú lo mojas así! ¡¿Quieres matarlo?!

Se levantó del suelo, olvidándose de su tobillo lesionado. No se acercó a Alejandro, sino que fue directo a Luciana y la empujó con fuerza.

—¡Está recuperánd