Capítulo 6
Recobrando el aliento, marcó directamente el número de Jazmín.

—El número que marcó no está disponible.

Volvió a llamar, una y otra vez: nada.

Al final, el móvil entró en modo apagado.

—¡Maldita sea, perra! —gritó, estrellando el teléfono contra el suelo.

Creyó que Jazmín se había rendido; no imaginó que solo fingía y guardaba un as bajo la manga.

Si no conseguía el dinero, aquel padre parásito divulgaría todos sus secretos.

Quedaban David… y los padres de Jazmín.

Respiró hondo, recogió el celular y condujo de vuelta al hospital.

Media hora después apareció sonriente, saludando con efusividad:

—¡Papá, mamá, qué gusto verlos!

Como siempre, charlaron de trivialidades.

La madre frunció el ceño:

—¿Y Jazmín? ¿Por qué hoy no vino?

—Me transfirió la empresa y todo lo demás; debe de estar preparando su vuelta al mundo —improvisó Emma—.

—Seguramente está reuniendo los papeles de la visa.

El corazón le dio un vuelco.

—Ya le dijimos que primero mudara tus cosas a su casa de descanso y contratara
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