Capítulo 9
—Vaya familia tan “especial”: a la gente de afuera la tratan como hija legítima y a la suya la dejan morir —se burló Bas, el padre biológico de Emma, con una carcajada helada.

Terminada la frase, lanzó a los padres de Jazmín un fajo de documentos que detallaban todas las atrocidades cometidas por Emma a sus espaldas.

El padre hojeó las pruebas, tembló de rabia y le arrojó el legajo a Emma; los ojos se le encendieron de lágrimas y alzó la mano para golpearla.

Lilith lo detuvo con suavidad.

—Ya llamé a la policía. Tendrá que responder por homicidio.

El hombre rompió en llanto.

Con el corazón generoso de Jazmín, Emma fue arrebatándole todo, paso a paso.

Ellos no solo no lo advirtieron, sino que la alentaron.

Jamás imaginaron que Emma llegaría a envenenar a su hija.

Ni siquiera estuvieron con ella cuando murió.

Sosteniéndose la cabeza, el padre de Jazmín se dejó caer y sollozó sin consuelo.

David, en trance, releía el testamento:

todos los bienes de Jazmín habían sido donados, sin dejarles
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